Fiesta tradicional de mi pueblo
Los concheros
Cerro de Sangremal
12 al 15 de septiembre
Se han preservado en la tradición de la danza conchera diversos elementos de las antiguas culturas, los que, a través del rito, el canto y la danza, opera un proceso de sincretismo, que ha permitido que la herencia de nuestros ancestros siga viva en el México actual.
El escenario donde se realizan estas danzas es el Cerro de Sangremal ubicado en la parte más alta del Centro Histórico de la ciudad de Santiago de Queretaro y en la explanada alli existente, donde se reúnen año con año, cientos de personas provenientes de diversos puntos del país, quienes durante tres días bailan para demostrar su exaltación y veneración a la Santa Cruz.
Es un espectáculo sorprendente y cautivador por la energía que desbordan estos concheros, el colorido de las plumas en sus tocados, los finos y cuidadosos detalles del vestuario y por la fe y devoción que le imprimen a la danza cuando los danzantes exclaman ¡Él es Dios!
Aquí se recibirán ofrendas por las mujeres sahumadoras mientras se cantan alabanzas y da inicio al recorrido de cientos de danzantes concheros, que bajarán como una gran cascada desde los Arcos hasta llegar a la explanada en donde le pedirán permiso a Dios y danzarán hasta las 10:30 pm., y asi tres dias, hasta pagar las mandas.
Las mesas de danza están organizadas como en la milicia, se cuenta con un general, capitanes, malinches, sargentos, alférez y la tropa. Existe un orden jerárquico con fines de mantener el orden y organización interna del grupo. Las ceremonias se dividen en dos fases, tomando como referencia el principio de dualidad, llamado Ometéotl.
La primera etapa es la llamada “velación”, que representa la energía de la noche, el jaguar, la madre tierra, el principio femenino.
En esta ceremonia el danzante se purifica, se prepara a través del canto y alabanzas, el toque de instrumentos como la concha, el caracol, la sonaja, la chirimía, la elaboración y la presentación de ofrendas, los bastones y custodias, cubiertas de flor, para renacer al nuevo día purificado y limpio espiritualmente y así presentarse ante la vibración solar. Aquí viene la segunda etapa que representa al día, al águila, la energía solar, el principio masculino.
En la danza es importante la formación del círculo, el saludo de la comunidad a los cuatro vientos, a las seis direcciones del universo, lo que permite al conchero integrarse al ritmo de la vida del planeta y del cosmos. El centro del círculo de danza es considerado un lugar sagrado y es ahí donde se coloca al sahumador, la braza sagrada con sus aromáticas esencias y las ofrendas que se portan.
Ahí se marca el eje de energía, que reverbera en círculos concéntricos permitiendo que todo el grupo se transforme en una unidad.
Cada danza posee ciertas cualidades. Los movimientos están relacionados con cuentas matemáticas, la “geometría sagrada”.
Con los pies se está haciendo un llamado a la madre tierra, se le saluda, con los brazos se realiza una conexión con el cosmos y así cada movimiento tiene la idea de sanar, armonizar, crear salud y abundancia. Finalmente, al levantar los brazos se señala un desprendimiento del espíritu hacia Dios.
En sus orígenes el atuendo de los concheros era igual para hombres y mujeres, pero con el tiempo se ha tendido a imitar el vestir característico de las damas y caballeros aztecas. Actualmente, el atuendo básico de la mujer es el huipil y la enaguilla. La sonaja y los cascabeles o hueseras son símbolo crotálico que imita el sonido de la serpiente; las plumas del copolli, penacho o corona son un símbolo solar, una búsqueda de la unión con el corazón del cielo. El atuendo masculino consta del taparrabos o maxtle, pectoral, rodilleras, brazaletes, tilma o capa, faja, escudo, además de la sonaja y el penacho.
Indudablemente que se vivieron tiempos difíciles en las épocas de la conquista y era importante preservar la sabiduría. Una forma excelente de hacerlo, que ha estado siempre a la vista de todos, han sido las fiestas rituales. Los concheros han sabido preservar tradiciones que rescatan nuestra cultura y nos hacen ser parte de un ayer que, aunque a veces se nos olvide, es nuestro.