Fundición realizada por la fábrica de fundiciones Alexis Rudier en 1928, para las colecciones del museo.
La Porte de l’Enfer [La Puerta del Infierno] ocupa un lugar muy peculiar en la creación de Rodin. Trabajando con fervor durante varios años. Creó más de doscientas figuras y grupos que forman un verdadero vivero del que fue sacando, durante el resto de su carrera. Tras esperar poder presentarla en la Exposición Universal de 1889, el escultor dejó de lado La Puerta a finales de la década de 1880.
En varias ocasiones, ambicionó acabar su obra. En el marco de su gran exposición personal de 1900, se decidió por fin a mostrarla al público. Pero en un estado fragmentario, ya que al final renunció a colocar las figuras más en relieve, independientes de la estructura principal, opinando que producían un contraste demasiado fuerte con el fondo.
En torno a 1907, LaPuerta estuvo cerca de ver el día, en una lujosa versión, que combinaba bronce y mármol, e iba a ser instalada en el museo del Luxembourg, donde se mostraban las obras adquiridas por el Estado acerca de los artistas contemporáneos.
Fue solo en 1917 que Léonce Bénédite, primer conservador del museo Rodin, logró convencer al escultor para que le dejase reconstituir su obra maestra, y realizar una fundición. Rodin murió antes de ver el resultado de todos sus esfuerzos.