Hermosa imaginaria mía, como aquel poeta prístino que empieza el laude divino y universal a escribir en papiro egipcio, mi mente se desborda en una catarsis de amor platónico para ti y te imagino que eres una grande y hermosa cetácea la que acaricio lentamente desde la parte de arriba hasta tu dorso inferior, y se hincha mi pecho de emoción cuando percibo de ti el tremor de tu ardiente amor...
