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Pusiste un red,

para que las agitadas aguas,

no entorpecieran mi canto de amor que susurro a tus bellos oídos

y que el mar solo sea el sonido del agua que deliciosamente limpien mis cansados pies,

¡oh!, cuanta grandeza en tu alma prístina, cuanta suavidad en tus manos tiernas,

cuanta alegría en nuestros corazones, cuantos cantos de amor estamos escuchando...