Si no haceis lo que digo habra paz

317 DOMINGO 30 DE SEPTIEMBRE DE 1984 APARICIÓN # 213 (NUESTRA SEÑORA; PEÑABLANCA) No hubo registros de esta aparición. Así como cada mes ha tenido algún cariz especial en cuanto a lo sucedido, Octubre, podríamos decir, es un mes especialmente emotivo. Durante él, la Dama Blanca de la Paz, La Madre de Dios, nos demuestra una vez más su presencia indiscutible entre nosotros, realizando numerosos portentos que nos emocionaron profundamente. Pero dentro de todo aquello, lo que más motivó nuestro fervor y nuestro espíritu fue que, como si todo lo visto y escuchado hasta este momento hubiese sido poco o mezquino, Ella, en su infinito amor de Madre, se acerca aún más a nosotros y en un diálogo casi visible, nos da la oportunidad de conversar directamente con Ella, a través de preguntas nuestras. Lamentablemente, quizás por nuestra condición humana o por lo emotivo del momento, desaprovechamos esa oportunidad de enriquecernos espiritualmente con sus respuestas, ha- ciéndole preguntas muchas veces sin importancia. Pero Ella igual nos respondió, sacándole el máximo de provecho a tan pobrísimas inquietudes. Como suele suceder, después nos lamentamos de no haber preguntado esto o aquello, para provecho nuestro y de la humanidad, pero creemos que Nuestra Señora igual nos dará respuesta a esas preguntas que no se le formularon en aquella oportunidad. Este es el mes, también, de las realizaciones materiales del Santuario. De hecho, se termina de construir la gruta de Massabielle, que con tanta insistencia nos pidió Nuestra Madre del Cielo. Piedra por piedra y todo lo necesario, fue llegando al cerro por nuestras propias manos en una labor de hormigas, como reconstruyendo una ciudad destruida. La escasez de medios, tal como lo había dicho Nuestra Señora, pareció ser solucionada por el aporte del cielo. Lo mismo sucedió con la construcción de la gruta del nuevo Jardín, obra en la que todos participamos, de una u otra manera. Se terminó también la capilla pedida por la Santísima Virgen, en un derroche de fervor y sacrificio. Cada peregrino aportó lo que podía, en su debida proporción, y por eso, a pesar de los retos de Nuestra Jefa de Obras, sabíamos que su corazón se regocijaba con nuestro lento esfuerzo y creemos que así, piedra por piedra, algunas espinas pudimos sacar de su herido Corazón Inmaculado. Es este, también, el mes de las grandes pruebas para muchos, algunas muy duras y el mes de los nuevos mensajes; duras advertencias y claras enmiendas a hacer. Pase ahora el lector, a comprobar lo aquí dicho.

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