Si no haceis lo que digo habra paz

322 DOMINGO 7 DE OCTUBRE DE 1984 7:00 PM APARICIÓN # 218 (NUESTRA SEÑORA; PEÑABLANCA) Miguel Ángel ya se encuentra en el Santuario. Se persigna y reza el Ángelus. La gente canta y agita las banderas del Vaticano, saludando a Nuestra Madre del Cielo. Miguel Ángel ha caído violentamente de rodillas al suelo. Está frente al olivo y bajo el arco adornado de flores, ahora eleva un rosario. En seguida, desplaza su cabeza hacia atrás con sus manos a la altura del pecho. Comienza el diálogo, pero como muchas otras veces, su voz es un murmullo, y resulta muy difícil captar lo que dice. … el Santo Padre aparece… Luego de haber dicho esto, reza el Padre Nuestro y después nos advierte: Las banderas del Vaticano fueron besadas; no se pueden lavar y deben guardarlas. A continuación nos sorprende con la oración de reparación que le ofrece a Dios. Por todas las ofensas hechas a Tu Santísima Madre, el mundo te pide perdón. Por su intermedio te lo pido, pues con los ojos, oídos y boca, he ofendido Vuestro Corazón y el de Tu Madre Santísima. ¡Oh, Dios mío!, líbranos de todo pecado y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos. Señor, ilumina nuestras mentes y pon amor y comprensión en muchos hermanos, con tus animales y toda la creación, para que no la destruyamos más y no hagamos cosas que ofenden a Tu corazón y a Tu Madre. Por eso, en este día maravilloso de Nuestra Señora del Rosario, ellos y nosotros, rogaremos mucho por las almas. Señor y Dios mío, Tú que te encuentras solo en el altar, prometo, aunque sean sólo cinco minutos, todas las semanas ir a verte, porque Tú eres Santo y Señor de todo lo creado y Tú haces maravillas. Hágase Tu voluntad y no la mía y perdona nuestras ofensas a Tu Madre, a Su Sacratísimo Corazón, con que Ella nos ama y que nosotros, con nuestras palabras, ofen- demos tanto. Amén. Miguel Ángel se persigna y en nosotros queda esa emoción que siempre embarga al espíritu cuando algo hermoso se dice. Una emoción y una alegría, un deseo de decir así sea, a una oración tan sencilla, pero fruto del alma, de un alma pura. Dice después: La Señora pide un gran favor a todos. Que se den el saludo de la paz, pero con una advertencia. Muchos, antes de dar el saludo de la paz, miran a quién se lo van a dar. Si vas a dar el saludo de la paz, dalo en el nombre de Cristo y no te importe a quien; pobre o rico, sucio o limpio. Los fieles se dan el saludo de la paz y Miguel Ángel canta Shalom. Luego dice: El tercer día de la semana, a las 7 de la tarde. ¡Adiós!, dice, despidiéndose de Nuestra Señora. Luego sale del éxtasis, cuando son las 9:15 de la noche.

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