Si no haceis lo que digo habra paz

337 Oiga, ¿qué falta?, y como murmurando, dice: Falta que la pinten adentro, que la terminen. Luego, Miguel Ángel dice: Daos el saludo de la Paz. Ahora Miguel Ángel canta: ¡Oh, Israel, oh, Israel…! Y luego dice: Aún faltan los demás, refiriéndose a quienes no han dado el saludo de la paz. Así, dirigiéndose a alguien le dice: ¡A ti te falta, ve allá! ¡Y a ti también!, le indica a otro, con gran autoridad y siempre en éxtasis. Luego, dirigiéndose al padre, lo manda a saludar a una hermana. ¡Vayan ustedes! Yo también, dice y sonríe. Damos la vuelta al Santuario saludando a los hermanos. En estos momentos, Miguel Ángel canta. Enseguida, le pasan una sábana llena de pétalos de flores. Miguel Ángel se ha echado hacia atrás, arqueando su espalda y canta en latín. Luego, se arrodilla. A su lado se encuentran Coralí y Óscar. Hay mucha emoción en la gente. Canta ahora, en italiano, la canción de Nuestra Señora de San Damiano. Ahora reinicia su diálogo con la Santísima Virgen, diciéndole: ¿Te acuerdas cuando estaba el eucaliptus? ¿Y te recuerdas cuando había esas espinas aquí y yo te dije que si te ponía ramas de eucaliptus, porque te podían doler y tú dijiste que no te dolían los pies? ¿Y cuando viniste en cuerpo y alma? ¿Por qué no bajas de nuevo?, le dice en tono de súplica. Luego de un momento de silencio Miguel Ángel canta el Aleluya, mientras avanza de rodillas. Y siempre hincado canta: En el nombre de Jesucristo, se doble toda rodilla. Luego exclama: ¡Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo! Y al toque de una campana dice: ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar! ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!, Amén. Enseguida dice: Las primeras rosas, bendecidas por Nuestra Señora de San Damiano, y comienza a lanzar pétalos al aire. Ahora pide que la gente no se mueva de donde está. La Señora pide: Que no saquen las rosas que caigan. Los fieles respetan el pedido y los pétalos benditos son dejados en su lugar. De pronto, rayos de bendiciones comienzan a caer sobre el Santuario. Son luces mara- villosas, las que se están viendo. Un ¡oh! de júbilo crece entre la multitud. El espectáculo es ciertamente maravilloso. Enseguida Miguel Ángel, acompañado de Óscar y Coralí, entra en la capilla llevando la sábana que aún contiene pétalos. Allí, mirando hacia el cuadro de la Virgen, que se ilumina con los rayos, conversa en silencio con Nuestra Señora. Luego, Miguel Ángel canta el himno a la Dama Blanca de la Paz y le dice adiós a la Santísima Virgen y sale del éxtasis. El Bendita sea tu Pureza pareciera rezarse con más fervor que nunca. Nota: La próxima aparición es mañana a las ocho y media de la noche.

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