Si no haceis lo que digo habra paz
527 pero las puertas le son cerradas. Un Señor con una barba grande, unas sandalias y con unas joyas, le dice que no hay morada y menos con una mujer que va a tener un hijo. Mas, ya está de noche, pero no es este mismo día, sino un 11 de junio. Ese año, una conjunción de planetas ha tomado un estrella enorme, que nunca se había visto en el firmamento; es muy hermosa. La noche es tibia, pero muy agotadora para aquellos dos, que van con una mula cargada de muchas cosas. Pero aún se le cierran las puertas al Hijo de Dios. Más adelante unos criados le dicen que a las afueras de Belén, hay una cueva donde se guardan los animales en la noche y en el invierno. Que no es muy cómodo, pero sí le puede servir para refugiarse en la noche y para que pudiese nacer el Hijo de Dios. Pero ellos no sabían que era el Hijo de Dios. ¡Oh!, ¿qué es? Está oscuro. Algo se siente; una bullita pequeña. Se ve una vaca, dos bueyes, un asno y una ovejita. Está muy helado adentro y muy cochino. Estoy viendo a José encender una antorcha y deja una antorcha, en un lugar derecho de la cueva oscura. Se enciende una pequeña luz. José se saca una capa color marrón que tenía entrecruzada a la espalda, la parte del pectoral. Comienza a limpiar la paja y a ordenar un poco el lugar, mientras la Virgen María está orando al Creador y le da gracias por el acontecimiento que va a suceder. José, unos metros antes de entrar a la cueva, hace una pequeña hoguera. Él mira muy atento a Nuestra Señora y le pide si le ayuda. Nuestra Señora no le contesta; está como extasiada, rezando a su Creador. Hay muchas telas de araña. Con lo estrellado del fogón que hacía José, aquellas telas de arañas tomaban colores que parecían que le daban la bienvenida a alguien que iba a nacer. Nuestra Señora, por un pequeño hoyo que tenía la gruta, entra una claridad radiante. José se arrodilla, adora a Dios y le pide que Nuestra Señora esté muy bien, porque él estaba esperando a unos metros de la entrada. Mira hacia dentro y ve una luz tenue, muy amari- llita; se ve a Nuestra Señora orando y una luz enorme. El cielo estaba estrellado y una gran luz, una estrella nueva en el firmamento. El Niño Jesús, José la mira y da gracias a Dios y Nuestra Señora sigue orando, antes de nacer el niño. Nuestra Señora, como si se fuese llena de una luz, seguía orando y el niño estaba en los brazos de Nuestra Señora, cuando aquella luz ya se fue. Nuestra Señora lo tapa con el velo que tiene en la cabeza; tiernamente lo arropa en su pecho. José busca algo y hay una vaca; la pone al lado de una vaca y una pesebrera. La vaca lo llena de calor. Al nacer el niño, los asnos, los bueyes y algunos pájaros nocturnos aleteaban donde estaba el portal, pero luego se sintió una bulla con muchas luces. José, extrañado, salió afuera y vieron a unos hombres que parecían pastores y dijeron: Venimos a adorar al Rey de Reyes que ha nacido. Un ángel se ha aparecido y ha dicho que lo encontraremos en una pesebrera con su Madre. Al mirar hacia dentro, encontraron al Niño envuelto en pañales, al lado de una vaca. Miraron y dejaron un zurrón lleno de cosas y dijeron: He aquí el zurrón y las ovejas, porque este niño es pastor. Luego, le dieron el queso y dijeron: Aún Rey, debe alimentarse.
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