Si no haceis lo que digo habra paz
546 DOMINGO 30 DE MARZO DE 1986 APARICIÓN # 421 (NUESTRA SEÑORA; PEÑABLANCA) DOMINGO DE RESURRECCIÓN Miguel Ángel ha entrado al Jardín Santo, se persigna, se arrodilla y dice: Relato de la Resurrección de Nuestro Señor. Era una cueva; veo una luz algo amarillenta, una roca grande y muy oscura; está en las afueras de Jerusalén. Adentro hay un hombre enteramente cubierto con vendajes y una sábana, que daba la forma humana. Llegó el primer día. Miguel Ángel hace una reverencia. Son ángeles que bajan en forma de adoración; son siete ángeles frente al muerto. En los pies hay uno, en el lado de la cabeza hay otro. Uno a la derecha y otro a la izquierda y otro más donde estaba el de la derecha y otro más donde estaba el de la izquierda y otro más en el lado extremo de su cabeza. Hacen un acto de adoración. Y una luz muy brillante, más brillante que el Sol, a aquella cueva oscura la transforma en claridad; se ven todos los rincones. Y aquel crucificado se levanta en el aire; los ángeles lo adoran. Uno de los ángeles … el paño que llevaba en la cara; sí, creo que en la cara, se ve algo así, lo envuelve y lo deja en un rincón. Las tiras, las deja en otro lado. Una sábana grande, que vendría siendo el Sudario, lo deja tendido. Y suena como un estruendo y los ángeles cantan: ¡Gloria!, ¡Alégrense los cielos que ha resucitado el Hijo de Dios! Esa luz del Resucitado, da mucha luz y aquella luz, es la que dejó impregnado la marca de todo el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, en aquel Sudario. En el Santuario Él aún no pisa tierra, está en el aire. Afuera, hay unos hombres asustados, parecen soldados. Escaparon cuando sintieron el trueno, como un temblor fuer- te, que sacudió la tierra. Los ángeles abrieron el sepulcro. Escaparon aterrados. Esto sucedió temprano en la mañana. Miguel Ángel se pone de pie y avanza. Luego dice: Dile la profecía. Han destruido el Templo del Señor, hecho materia, pero el Hijo del Hombre lo edifi- cará en tres días. Como Jesús había dicho: Tendría que padecer el Hijo del Hombre, ser entregado y resucitar de entre los muertos al Tercer Día. Se ha cumplido. Luego, exclama: ¡Toco!, ¡es el sudario que vio Usted! (Miguel Ángel trata de alcanzar algo con su mano derecha, mira al cielo, como observando). Luego, reza el Gloria y dice: Alcen las velas al cielo. Dicho esto, se pone de rodillas y fija su mirada en el olivo. Mientras tanto, el sacerdote bendice las velas. La Señora dice: Yo soy El Corazón Inmaculado de la Encarnación del Hijo de Dios, Nuestro Señor, el Rey de Reyes y Nuestro Señor y Salvador.
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