Se hace tarde y anochece
significa amar. «Esto es lo que os propongo: amarnos los unos a los otros hasta que nos duela. No olvidéis que hay muchos niños, muchas mujeres y muchos hombres en este mundo que no tienen lo que vosotros tenéis, y acordaos también de amarlos hasta que os duela», decía también la madre Teresa. La respuesta a la eutanasia consiste en amar hasta la muerte. La eutanasia se basa fundamentalmente en una lógica económica. Hay que desembarazarse de las personas que se han vuelto inútiles o costosas para la sociedad. La rentabilidad es más importante que la vida. Los medios participan plenamente en este combate por la eutanasia con el argumento de que esta permite aliviar el dolor y preparar para una muerte clemente y feliz. Les gusta ofrecer contundentes detalles de algunos casos especialmente emotivos para forzar los sentimientos del público. La eutanasia es un suicidio por poderes y una ejecución ilegal. Basta un mínimo debilitamiento del respeto a la vida humana para que las consecuencias sean incalculables. En Bélgica o en Gran Bretaña quieren autorizar la eutanasia de menores sin el consentimiento de los padres. ¿No está el personal médico exclusivamente al servicio de la vida? ¿Se le puede convertir en ejecutor de la muerte? Para algunos la eutanasia es una terapia más. ¿Hay que temer igual a un médico que a un verdugo? Me viene a la memoria la afirmación de un genetista francés, el profesor Jerôme Lejeune, descubridor de la trisomía 21: «La calidad de una civilización se mide por el respeto que muestra hacia sus miembros más débiles». La Iglesia no debe tener miedo a pelear a tiempo y a destiempo. ¿Fueron lo suficientemente valientes los obispos belgas cuando se legalizó la eutanasia? ¿Prestaron quienes son hombres de Dios ayuda suficiente al rey Felipe, un hombre bueno y amable, digno heredero del rey Balduino, cuando se legalizó la eutanasia de menores? Me consta que los obispos americanos, polacos, franceses y españoles demuestran mucho valor respecto a todas estas cuestiones. ¿Cómo será nuestro mundo dentro de un siglo? El aborto, la mercantilización del cuerpo, las derivas sexuales, el gender , la crisis del matrimonio, la eutanasia son las múltiples facetas de un mismo combate de las élites occidentales que solo conoce tres principios: el dinero, el poder y el placer. Estos hombres bailan sobre los cadáveres de cientos de miles de frágiles seres sacrificados para poder conservar su dominio.
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