Se hace tarde y anochece
y el nazismo inventaron los campos de exterminio. La ideología liberal democrática se vale de la persecución mediática y del adoctrinamiento desde los primeros años de vida. Esas son las señales de una sociedad que se cree el único horizonte de la humanidad, la única referencia política, económica y social. Para esos totalitarismos, blandos o duros, los cristianos serán siempre un aguijón en la carne. Porque los cristianos son un recuerdo constante de que no estamos hechos para este mundo. ¡Nuestra patria es el cielo! Eso no significa que nuestras patrias terrenales no importen y que no tengamos que esforzarnos por convertirlas en espacios de desarrollo humano, de fraternidad, de honradez, de verdad y de justicia. Al contrario: hemos de buscar el modo de vivir unidos, orgullosos de nuestras respectivas culturas. En este sentido solo se puede constatar el fracaso de la ideología liberal democrática. Los pueblos de Occidente son víctimas de una profunda crisis de identidad. Ya no saben por qué forman un pueblo. Benedicto XVI también hizo hincapié en el profundo vínculo entre los totalitarismos y la ideología liberal. Si en los fundamentos del Estado democrático solo existe una suma de subjetividades, ¿cómo no va a acabar convirtiéndose en opresora la mayoría? En el fondo, no es más que la expresión de una libertad vacía de sentido, librada a los caprichos de las opiniones, abandonada en manos de la manipulación de los ricos y poderosos. «La libertad individual huera se anula a sí misma», escribía Benedicto XVI en Verdad, valores, poder . Y en Una mirada a Europa decía: «Aquello que otorga cohesión y paz a una sociedad es el derecho». Una sociedad que se niega a tener como fundamento el bien objetivo se transforma en una dictadura del vacío. La Iglesia tiene el deber de recordar a las sociedades democráticas el fundamento del derecho. Una sociedad fundada sobre sí misma se derrumba antes o después. Me impresiona el coraje profético de Benedicto XVI cuando se dirigía a los parlamentos nacionales, tanto en Westminster en 2010 como en Berlín en 2011. Siempre insistía en este punto: «Cuando Dios y las formas fundamentales de la existencia humana, creada por Él, son eliminadas de la mentalidad común y reducidas a actuar en lo privado, en la esfera meramente subjetiva, la propia noción del derecho se desvanece y, con ella, el fundamento de la paz». Estas palabras, recogidas en su libro Una mirada a Europa , desarrollan un tema fundamental. El derecho exige un fundamento trascendente recibido por el hombre. No puede constituirse a sí mismo sin que la autoridad política ceda a la tentación de Prometeo y se convierta en un poder totalitario.
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