Se hace tarde y anochece

que la razón que no se deja purificar se convierte en totalitarismo, por mucho que se revista de procedimientos democráticos. Recordemos que Hitler fue elegido en un proceso democrático. ¿Cuál es entonces el papel de los cristianos en la política? Ante todo, tienen que alzar una barrera contra la arbitrariedad totalitaria que prescinde de la ley natural. Y deben hacerlo apelando a su conciencia. Porque es en la conciencia donde el Creador ha inscrito ese orden objetivo. Es incoherente y hace mucho daño separar al cristiano por un lado y al ciudadano por otro. Por lo tanto, y retomando las palabras del cardenal Ratzinger en su libro Verdad, valores, poder , los cristianos tienen que atestiguar «la capacidad de verdad del hombre como límite de cualquier poder». La verdad es el único escudo contra la tentación de un poder ilimitado. Hemos de conservar esa capacidad esencial en el hombre de alcanzar la verdad, junto con su derecho a buscarla libremente hasta que la encuentre. Ese orden natural objetivo que los cristianos tienen el deber de defender es el bien de cualquier hombre. Para reconocerlo no hace falta profesar la fe cristiana. Se trata de un orden accesible a todos los hombres de buena voluntad. Los cristianos no pueden sentir ningún complejo a la hora de promoverlo. Tienen que hablar sin miedo, porque no actúan en nombre de un partido contra otro, sino que son testigos de la verdad, defensores de la naturaleza humana. Y deben estar dispuestos a sufrir y a morir por dar testimonio de esa verdad. ¿Los cristianos pueden estar llamados alguna vez a resistirse a la autoridad política? Muchas veces están llamados a una resistencia espiritual. Frente a un Estado que exige una cooperación al mal o que impone el mal, los cristianos están llamados por su conciencia al martirio, que es la cima del testimonio político cristiano. «La injusticia solo se puede vencer en última instancia por medio del sufrimiento: del sufrimiento voluntario de quienes permanecen fieles a su conciencia, siendo testigos auténticos, con su sufrimiento y con toda su vida, del fin de todo poder», escribía el cardenal Ratzinger en su obra Iglesia, ecumenismo y política . Es muy importante negarse a dejarse comprar o corromper por dinero. Cristo y los apóstoles no poseyeron absolutamente nada para llevar a cabo su misión. Muchos creen que el dinero acrecienta y hace progresar la misión de la Iglesia. Que abran los ojos y contemplen las ricas iglesias de Occidente. Han

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