Se hace tarde y anochece

oración diaria, ese cara a cara con el Señor? Si el sacerdote no reza, su ofrenda es una cáscara vacía, un acto social y mundano. Poco a poco los fieles se van alejando, porque el pozo en el que esperaban encontrar agua se ha secado. Cristo fue el gran orante. A todos los sacerdotes que, consciente o inconscientemente, tienden al activismo les aconsejo que no se olviden de la Madre Teresa de Calcuta. Jesús ocupaba siempre el primer lugar en su día. Antes de ir al encuentro con los pobres, iba al encuentro con Dios. Antes de abrazar a los pobres y a los moribundos, había pasado muchas horas abrazada a Jesús. Había contemplado y amado mucho. De esta fuente de amor obtenía su energía para entregarse plenamente a los más desvalidos de este mundo. El silencio junto al Padre nos prepara para el encuentro con el otro. Hay que acercarse a la humanidad con los ojos de Dios. En su Cántico espiritual san Juan de la Cruz invita a reflexionar sobre el lugar que ocupan el rezo y la oración si lo comparamos con el de nuestra actividad misionera. Nos recomienda unir contemplación y acción, y mantenernos constantemente ante Dios en lugar de dispersarnos en la exterioridad y en el activismo: «Adviertan aquí los que son muy activos que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios (dejando aparte el buen ejemplo que se daría) si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como esta. Cierto. Entonces harían más y con menos trabajo, y con una obra que con mil, mereciéndolo su oración y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque de otra manera todo es martillar y hacer poco más que nada, y aun a veces nada, y aun a veces daño; porque, Dios os libre que se comience a envanecer la tal alma (cfr. Mt 5, 13), que aunque más parezca que hace algo por defuera, en sustancia no será nada; porque, cierto que las buenas obras no se pueden hacer sino en virtud de Dios» ( Cántico espiritual , estrofa 29.3). ¿Cómo definiría usted exactamente la tentación mundana y activista? En algunos sacerdotes existe el temor a parecer ajenos al mundo. Les preocupa abrirse al mundo y comprenderlo. Se sumergen en el mundo y acaban ahogándose en él. No obstante, la vocación sacerdotal es una llamada a seguir a Jesús apartándose del mundo. Es lo que vemos en el Evangelio. Los apóstoles dejan sus barcas, sus oficios, a sus amigos. Seguir a Cristo es renunciar al mundo, a sus criterios y a su aprobación. A ojos del mundo el sacerdote será siempre un signo de contradicción. ¿Cómo pueden pretender los sacerdotes

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