Se hace tarde y anochece

doctrina de la fe, en la que casi a cada artículo del credo se le colocó un pequeño o gran signo de interrogación». El pueblo de Dios se apacentó de la incertidumbre de los pastores: «Muchos laicos, extrañados por la espectacular crisis de identidad de clérigos y religiosos [...], se distanciaron de la vida de la Iglesia. Estas actitudes tan teatrales no se correspondían en modo alguno con la clara imagen de un “hombre espiritual”, es decir, de un hombre tomado y esclarecido por el espíritu de Dios, al que el hombre puede dirigirse y en el que puede apoyarse para tener un guía en el camino hacia Dios. Para el laico — todavía— el sacerdote es el hombre que da forma palpable a la esencia escondida de la Iglesia y a las exigencias de Cristo en el evangelio, que según Pablo es un “typos”, un modelo por el que orientarse». ¿Se deduce de esto que algunos sacerdotes asumen un papel de facilitador social que no les corresponde? La misión del sacerdote es triple: santificar, evangelizar y guiar al pueblo de Dios. El sacerdote es, en primer lugar, el administrador de los misterios de Dios. Su tarea consiste esencialmente en celebrar el misterio pascual, la Eucaristía, y en reconciliar a los pecadores con Dios en el sacramento de la reconciliación. Estos ministerios nunca se podrán delegar en un laico. Hay que recibir el sacramento del orden para actuar in persona Christi capitis , en nombre de Cristo Cabeza. El sacerdote debe encarnar, igual que Cristo, la Presencia de Dios: una presencia que convierta, sane y salve a las almas. En segundo lugar, tiene el deber de anunciar la Buena Nueva del Evangelio, es decir, dar a conocer a Jesucristo y procurar que quienes deseen conocerlo entablen con Él una relación íntima y real. Al mismo tiempo, debe velar por la autenticidad y la fidelidad de la fe para que no languidezca, para que no se altere ni se esclerotice. Su misión consiste en hacer de todos los cristianos discípulos y misioneros dispuestos a morir por Cristo y por su Evangelio. Tiene la obligación de proporcionar un alimento espiritual sustancioso que consolide la fe y la vida interior. El sacerdote es, por último, guía y pastor. Ha de edificar y conservar la comunión entre los cristianos de la comunidad parroquial que le ha sido confiada. En unión filial con el sucesor de Pedro y con su obispo, tiene la responsabilidad de acoger al pueblo de Dios en el seno del territorio parroquial en el que lo ha colocado el Espíritu Santo.

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