Porque soy catolico

La mayor verdad que se puede decir de esta revolución escéptica, y de todo cuanto la rodea, es que ha nacido en un mundo de ficción. Procede de esa llamada intelligentsia , que se pasa la vida hablando de novelas y de películas, en lugar de hablar de personas. Insisten en situar «la vida real» en un escenario, y no son capaces de verla en la calle. Les seduce poner realismo en sus novelas cuando cada vez hay menos de ese realismo en sus conversaciones, comparadas con las de la gente normal. Y ese experimento perpetuo, ese cambio constante de puntos de vista, que sería bastante natural en un artista que tratase de lograr ciertos efectos (como es también natural en un fotógrafo que quiera hacer montajes y fundidos con su cámara), resulta totalmente inaplicable cuando se quiere hacer un estudio de las reglas y de las relaciones de la sociedad. Cuando tales personas empezaron a divertirse con la moral y la metafísica sólo lograron producir una serie de mundos locos; en su lugar bien hubieran podido dedicarse a cosas más inocuas como producir cuadros locos. Siempre se ha entendido que los cuadros captan un cierto aspecto de una cosa, desde un cierto ángulo y con una luz determinada; a veces, con una luz que es casi tan fugaz como un relámpago. Pero cuando el artista se vuelve anárquico y empieza a mostrar la comunidad y el universo a la luz de ese relámpago el resultado no es realismo sino sencillamente pesadilla. Debido a que un pintor en particular puede pintar negra la rosa roja, el pesimista deduce que la roja rosa del amor y de la vida era negra, tal como se había pintado. Debido a que un artista, desde un ángulo determinado, capta una impresión momentánea de la luz de la luna en tono verde, el filósofo se coloca de forma solemne unas gafas verdes y declara que constituía una certeza científica que la luna debía estar llena de gusanos porque estaba hecha de queso verde. En resumen, debe haber habido algún valor en lo de que el arte debe ser para los artistas; si eso quiere decir que los artistas deben limitarse a su ámbito, que es el arte. De hecho, siempre estuvieron mezclándose en ámbitos de la moral y de la religión; y a éstos llevaron la inquietud, el carácter mudable y los trucos experimentales de su propio oficio. Pero una persona que tenga un fuerte sentido de la realidad podrá ver que esto es completamente irreal. Fueren cuales fueren las leyes de la vida, del amor y de las relaciones humanas, es sumamente improbable que debieran cambiarse a cada moda surgida, ya sea en el campo de la poesía o en la moda de los pantalones. Resultaría demencial que surgiera un nuevo modelo de corazones o de cabezas cada vez que aparece un nuevo modelo de sombreros. Estas cosas son realidades, como lo puedan ser una pleamar o un suelo de barro; y usted no se librará de las pleamares ni de los suelos de barro porque los llame rosas o luces de luna. Por tanto, me atrevo a decir, y en ello confío sin la menor vanidad, que he permanecido afianzado en ciertas relaciones y tradiciones, no porque sea un romántico o un sentimental, sino porque soy realista. Y me doy cuenta de que la moral no debe cambiar con las modas ni con los humores, de la misma forma que el cubismo no significa convertir las casas en meros cubos, ni el vorticism o [14] tragarse los barcos en un remolino de aguas. Página 137

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