Porque soy catolico

quedase con todos los bienes que deberían entregarse caritativamente a los pobres. Pero todo lo que la Reforma hizo fue permitir que ese mismo rico noble se apoderase de las instalaciones conventuales, las convirtiese en su propio palacio o en porquerizas, según el caso, y arrancase de cuajo la vieja leyenda de la fraternidad con los pobres. Los peores fallos que pudo tener el catolicismo fueron incrementados por el protestantismo. Pero los aciertos se mantuvieron a lo largo de esas etapas de corrupción, y hasta lograron sobrevivir a la Reforma. Y siguen sobreviviendo hoy día en todos los países católicos, no solamente en los aspectos externos de su religión, sino también en las lecciones más profundas de un tipo de psicología práctica. Y hasta tal punto se vieron justificadas estas prácticas a lo largo de los siglos, que todas ellas se han visto copiadas incluso por aquellos que las denigraron. El psicoanálisis es un tipo de confesión sin la salvaguarda de lo confesional; el comunismo es el movimiento franciscano sin la moderación que otorga el equilibrio de la Iglesia; y las sectas americanas, tras haber rugido contra la teatralidad de las ceremonias papistas, hacen «refulgir» sus servicios con actuaciones súper teatrales en las que se pueden ver rayos rosáceos que caen desde las alturas sobre la cabeza de sus ministros. Supongo que si dispusiéramos de esa suerte de rayos luminosos no las haríamos descender precisamente sobre la testa de semejantes individuos. Veamos ahora al protestantismo en su vertiente negativa. En otras palabras, como una lista nueva y totalmente diferente de cargos contra Roma, y en su exclusiva continuidad porque sigue atacando a Roma. En esencia esto es lo que es; y que es, precisamente, lo que el Daily Express quiere decir cuando afirma que nuestro país y nuestros conciudadanos están tan impregnados de protestantismo como el mar lo está de sal. Dicho de otro modo, la leyenda de que Roma siempre encarna el mal sigue siendo un concepto vivo, si bien todas las formas del monstruo se ven modificadas actualmente en la caricatura. Esto es incluso una exageración, cuando se habla de la Inglaterra de hoy; pero hay una verdad en ello. Solamente la verdad, cuando se expresa de forma certera, puede resultar poco atractiva a los auténticos y honestos protestantes. Porque, después de todo, ¿qué clase de tradición es ésta que cuenta una historia diferente cada día o cada década, y se contenta con todas las historias que se puedan decir contra una persona o contra una institución? ¿Qué clase de santa causa es ésa que se hereda de nuestros antepasados, y que sigue manteniendo el odio hacia algo y que tan sólo se apoya en el odio, que se muestra débil y falsa en todo lo demás, incluso en nuestros motivos para odiar? ¿Vamos a crear una nueva serie de historias contra el conjunto de nuestros compañeros cristianos? ¿Es esto el protestantismo? ¿Se le puede comparar acaso con el patriotismo o con la sal de los mares? De todos modos ésta fue la situación a la que tuve que enfrentarme cuando empecé a pensar en estas cosas siendo el hijo de una antigua familia protestante, y miembro de un hogar protestante. Pero, en realidad, mi familia, que se había vuelto liberal, ya no era protestante. Me eduqué en una especie de universalismo y de unitarianismo, a los pies de aquel hombre admirable que se llamó Stopford Página 145

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