Porque soy catolico

única filosofía verdadera; una afirmación tan sencilla y realista como la de que todos los caminos conducen a Roma. De todos ellos solamente he escogido un hecho: que el tema se ha visto perseguido con persistencia por un odio irrazonable que continuamente está modificando sus razones. Ahora bien, se puede decir aproximadamente de todas las herejías ya muertas que no sólo están muertas sino también condenadas; es decir, que están condenadas o deberían estarlo por el sentido común, incluso al margen de la Iglesia, una vez que han desaparecido las manías que las sustentaron. A nadie se le ocurriría hoy revivir el divino derecho de los reyes que los primeros anglicanos esgrimían contra el Papa. Nadie querría hoy restaurar el calvinismo con que los primeros puritanos se enfrentaron al Rey. Nadie lamenta hoy día que se impidiera a los iconoclastas que destrozaran todas las estatuas de Italia. Nadie se conduele actualmente porque los jansenista s [23] no lograran destruir todas las obras de teatro de Francia. Nadie que sepa algo sobre los albigense s [24] sentirá que no lograran llevar a cabo sus teorías pesimistas. Nadie que llegue a entender la lógica de los lolardos (unas gentes mucho más simpáticas) querría que hubiesen tenido éxito en su teoría de despojar de derechos políticos y de privilegios a todo aquel que no se encontrase en estado de gracia. «El dominio fundado en la Gracia» constituía su ideal. Pero el considerar adecuado rechazar a un policía irlandés encargado de controlar el tráfico en Picadilly hasta que sepamos si se ha confesado recientemente con el párroco de su iglesia irlandesa, no es una postura que resulte en la actualidad muy conveniente. En un noventa por ciento de los casos la Iglesia defendió el equilibrio social contra herejías que algunas veces tenían mucho de locura. Sin embargo, en cada momento histórico la presión ejercida por el error vigente podía ser muy fuerte. Podemos mencionar el caso del exagerado error de toda una generación como, por ejemplo, la fuerza que tuvo la Escuela de Mancheste r [25] durante la década de los cincuenta, o la moda del socialismo fabian o [26] en los años de mi juventud. Un estudio de los verdaderos casos históricos nos muestra, por lo general, que el espíritu del momento suele equivocarse, mientras que el del catolicismo suele marchar relativamente bien. Es una de las cien maneras que tiene la mente de sobrevivir. Como digo, esto es tan sólo un aspecto; pero fue el primero que me afectó y que nos lleva a otros. Cuando el martillo ha golpeado correctamente la cabeza del clavo cien veces llega un momento en que pensamos que no sucedía solamente por casualidad. Pero todas estas pruebas nada serían sin las comprobaciones humanas y personales, que necesitan una forma de descripción completamente distinta. Baste decir que aquellos que conocen las prácticas y contenidos del catolicismo no sólo encuentran que son las acertadas, sino que lo son cuando todas las demás están equivocadas. Hacer del confesionario el auténtico trono de la sinceridad, cuando el mundo exterior se confabula para atacarlo; defender y practicar la humildad cuando todo el mundo es orgulloso; acusarlo de practicar una caridad sentimental cuando el mundo entero practica un utilitarismo brutal; acusarlo de un dogmatismo severo cuando el mundo está lleno de sentimentalismo vulgar, como sucede hoy día. Allí en Página 147

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