Porque soy catolico
sus simpatías estaban de parte del demandante, pero el hombre miembro del jurado se vería obligado a ponerse del lado del defendido. Y ahora podemos ver que sir Arthur Keith ha tirado a la basura toda esa imperial imparcialidad. Se ha salido de madre al dogmatizar y establecer una ley sobre el alma; algo que nada tiene que ver con su tema, excepto en la medida que es el tema de todo el mundo. Pero aunque no se relacione con lo que es su tema, ya le ha dicho a todos de qué parte está. Y de ese modo ha transformado al portavoz del jurado en un inequívoco abogado defensor de esa parte, convirtiéndose más en un partidario de la misma que en un abogado objetivo, dado que ha optado por mantener los prejuicios de su vida privada. En adelante es obvio que al decidirse Keith a favor de Darwin es como si también se decidiesen a su favor Bradlaug h [33] , Ingersol l [34] o cualquier ateo que se suba a un estrado en Hyde Park. Cuando ellos escogen la teoría de la selección natural, todos podemos estar de acuerdo en que es una selección muy natural. En lo que toca a la propia conclusión, nos resulta casi increíblemente inconclusa. A menos que sir Arthur Keith haya sido muy mal interpretado, parece ser que ha afirmado rotundamente que la existencia espiritual cesa cuando finalizan las funciones físicas, y que ningún médico puede decir nada más. Sin embargo, por grave que sea el daño al que denominamos muerte (daño que con frecuencia resulta ser fatal) esto me hace pensar que se trata de un caso en el que se hace completamente innecesario llamar a un médico. Hay una cierta ironía, incluso en las páginas de mis relatos favoritos de detectives, en el hecho de que todo el mundo corre a buscar un médico tan pronto como saben que una persona ha muerto. En el relato de detectives al menos tal vez haya algo que el médico pueda aprender del cadáver. Pero en la especulación doctrinal no hay nada. Y solamente daría pie a la confusión que se produciría en ese relato detectivesco si el doctor en medicina quisiera ser un doctor en divinidad. Lo cierto es que todo este asunto del médico no es más que engaño y ocultismo. El médico «ve» que la mente ha dejado de operar con el cuerpo. Y lo que realmente ve el médico es que ese cuerpo ya no puede estornudar, dar puntapiés, hablar, suspirar o bailar un vals. Y el individuo no necesita ser muy médico para apreciar tal cosa. Pero sobre que el principio energético que en su día permitió que el difunto pudiera estornudar, hablar, dar un puntapié, suspirar o bailar, siga existiendo, o no, en otro plano, ese médico sabe tan poco como cualquier otro individuo. Y cuando algunos de esos médicos gozaron de una mente clara (como el ex cirujano Thomas Henry Huxley) dijeron que no creían que ningún médico u hombre alguno pudiera saber algo sobre el tema. Es ésa una postura inteligente, aunque no parezca que sea la misma de sir Arthur Keith, que ha afirmado públicamente que niega que el alma sobreviva al cuerpo; y, por si fuera poco, ha hecho la extraordinaria declaración de que todo médico debía decir lo mismo. Es lo mismo que si dijéramos que un contratista o un topógrafo debe negar la posibilidad de la cuarta dimensión, dado que él ha estudiado el «secreto técnico» de que un edificio se mide por su longitud, anchura y altura. La pregunta obvia es ¿por qué traer Página 154
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