Porque soy catolico
semejante horror, año tras año, sin la menor posibilidad de una victoria; y matan a esos jóvenes como moscas por millones antes siquiera de que empiecen a vivir. Y esto es lo que hace el Estado; esto es lo que hace el mundo; esto es lo que hace esa sociedad protestante, práctica, sensible y laica. Y pese a ello tienen la sorprendente desvergüenza de venir a quejársenos porque, dentro de una pequeña minoría de especialistas, permitimos a un ser humano que tenga la oportunidad de escoger una vida pacífica y caritativa, no sólo cuando ya ha cumplido veintiún años, sino cuando tal vez vaya a cumplir treinta, y después de que haya dispuesto de casi diez años para meditar serenamente si quiere hacerse sacerdote o no. Resumiendo: lo que echo de menos en todas estas cosas es algo obvio: la cuestión de cómo se compara la Iglesia con el mundo que está fuera de ella, o que le es antagónico, y cómo se le puede ofrecer un sustituto a esa Iglesia. El hecho evidente es que el mundo hará todo aquello de lo que se le acusa a la Iglesia; y lo hará de forma mucho peor y a mucha mayor escala; y lo hará (lo que es peor y más importante de todo) sin el menor criterio y deseo de regresar a un estado de cordura o por un movimiento de arrepentimiento. Los abusos católicos pueden ser corregidos, porque existe la aceptación de una forma. Los pecados católicos pueden ser expiados porque existe una prueba y un principio de expiación. Pero ¿en qué parte del mundo se puede encontrar hoy día una prueba, un criterio o cualquier otra cosa parecida, excepto un mecanismo cambiable que haga del patriotismo la moda de hace diez años y del pacifismo la moda de diez años después? El peligro que se presenta hoy día es que los seres humanos no han desarrollado sus mentes lo suficiente como para asimilar las cosas más evidentes; y ésta es una de ellas. La gente culpa a la tradición romana de ser medio pagana, y después tratan de defenderse de ello buscando refugio en un completo paganismo. La gente se queja de que los cristianos se han contagiado de paganismo, y después la mosca de la plaga busca refugio en la peste. No hay una sola de las faltas que se alegan contra la institución católica que no resulte mucho más flagrante e incluso llamativa en cualquier otra institución. Y es a esas otras instituciones, llámense Estado, universidad, mecanismos modernos, sistema de impuestos o policía, a las cuales estas gentes recurren para que los salven de la superstición de sus padres. He aquí la contradicción, he aquí la flagrante colisión; he aquí el inevitable desastre intelectual en el que se ven envueltos. Y a nosotros sólo nos queda esperar, con toda la paciencia que podamos, para ver cuánto tiempo ha de transcurrir antes de que se den cuenta de lo que ha sucedido. Página 171
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