Porque soy catolico

los principios de sacerdotes fanáticos que proclamaban un culto salvaje llamado cristianismo. Él cree que Penda de Mercia, el último rey pagano, estaba dispuesto a conceder al mundo entero los beneficios de la Constitución británica, por no mencionar las máquinas de vapor y las obras de Rudyard Kipling, cuando toda su obra se vio brutalmente arruinada por unos rufianes iletrados que atendían por los nombres de Agustín, Dunstan y Anselmo . [56] Un pequeño error que pone en tela de juicio la importancia de nuestro amigo nórdico como historiador y que es la causa por la que no nos entregamos con toda confianza a la corriente de su entusiasmo histórico. La dificultad consiste en el lamentable detalle de que nada de lo que él imagina sucedió jamás en el mundo; que la religión de la raza que él propone es justamente lo que ha dado en llamar él mismo la Edad de las Tinieblas. Esto es lo que algunos científicos califican de ideas puramente subjetivas; o, en otras palabras, una pesadilla. Resulta muy dudoso que haya existido alguna vez una raza nórdica. Y es completamente seguro que jamás existió un sentido común nórdico. La misma expresión «sentido común» constituye una traducción del latín. Ahora bien, sucede que un caso típico, incluso trivial, llega a tener una extensa aplicación. Esa forma muy corriente de la ignorancia protestante o racionalista puede equipararse con la ignorancia que se extiende por una humanidad poco instruida. Esas personas se meten en un pequeño círculo social, muy moderno y muy limitado, al que tanto se le puede llamar «raza nórdica» como «Asociación racionalista». Tienen cierto número de ideas, algunas no son más que tópicos y otras, simplemente, son falsas, sobre la libertad, la humanidad o la expansión del conocimiento. La cosa es que tales ideas, ya sean verdaderas o falsas, son todo lo contrario de los conceptos universales. No constituyen el conjunto de pensamientos que un amplio grupo de personas, en cualquier época o nación, puedan tener. Es posible que en ciertos casos tales ideas se encuentren relacionadas con realidades más profundas, pero la mayoría de la gente no lograría siquiera reconocerlas tal y como se las presentan. Por ejemplo, es probable que se hable de una suposición fundamental sobre la hermandad humana, idea común a toda la humanidad; pero lo que llamamos humanitarismo no es común a la humanidad. Existe un determinado reconocimiento de la realidad y la irrealidad que puede llamarse sentido común. Pero al sentido científico del valor de la verdad no suele considerársele sentido común. Resulta necio pretender que los sacerdotes persigan a un naturalista, cuando lo cierto es que todos los niños le habrían perseguido en cualquier parte, simplemente porque se trata de un lunático armado con un cazamariposas. Si consideramos la opinión pública en su conjunto nos encontraremos con que se ha mostrado mucho más despreciativa con los especialistas y los buscadores de la verdad que lo que nunca se mostró la Iglesia. Pero tales críticas nunca llegaron a la opinión pública en su totalidad. Existen un gran número de ejemplos de esta verdad; uno de ellos es el caso que ya he expuesto, la noción absurda de que una horda de jinetes paganos llegados de los bosques y de los mares del norte, en la época de mayor ignorancia de la historia, no se mostraran, al menos, Página 174

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