Porque soy catolico
idea peregrina de la desigualdad humana, que se tolera en el plano de las razas aunque no en el de las clases. Que los pueblos nórdicos son superiores a los pueblos mediterráneos; que basta el puñetazo de un caballero bien entrenado en las artes heroicas y militares de Wall Street o del Stock Exchange para poner en fuga a un grupo de pobres desesperados. Pero lo cierto de tales supuestos, ya sean verdaderos o falsos, es que permanecen una vez han sido aceptados. No se consideran prédicas o sermones y, por consiguiente, tampoco se les llama propaganda; aunque, en la práctica, tengan todas sus características. Incluyen un cierto número de opiniones que todo el mundo desaprueba; y las exponen y propagan mediante obras de ficción y de literatura popular. Lo único que no hacen es manifestarlas claramente para que puedan ser criticadas. Yo no condeno a los escritores porque incluyan sus principios filosóficos en sus relatos. Ni siquiera lo hago si utilizan sus historias y relatos para expandir sus filosofías. Pero ellos sí lo hacen con nosotros. Y la única razón es que todavía no se han dado cuenta de que nosotros tenemos nuestra propia filosofía. Creo que verdaderamente se hallan atrapados en un círculo vicioso. La vaga filosofía que profesan les dice: «Todas las religiones están muertas; el catolicismo romano es una secta religiosa que debe estar particularmente muerta puesto que consiste en actos y actitudes meramente externos, en cruces, genuflexiones y todo lo demás; ceremonias que se supone que esos sectarios han de realizar en un lugar y en un momento concretos». Sucede entonces que ciertos autores católicos se deciden a escribir una novela o una obra dramática sobre el amor que se profesan un hombre y una mujer, o bien la rivalidad que existe entre dos hombres, o cualquier otro tema que tenga que ver con las relaciones humanas; y ese autor o autores se quedan atónitos al comprobar que no les es posible expresar tales sentimientos de una forma «no sectaria». Ante tal situación los otros se preguntan por qué ese determinado escritor se ha dejado llevar por los principios de su religión. Con lo cual pretenden decir: «¿Por qué se deja arrastrar por su religión, que consiste tan sólo en genuflexiones, santiguamientos y otros signos externos a realizar en un determinado lugar y en un determinado momento, cuando el autor está hablando de un marco de amplios sentimientos, de la belleza de una mujer y del coraje y ambición de un hombre?». Con lo cual pretenden decir: «Una vez que hemos llegado a la conclusión de que su fe no es más que algo mezquino y ya muerto, ¿cómo se atreve a aplicar sus principios a algo que está vivo y que es universal? No tiene derecho a ser tan genérico cuando bien sabemos que lo suyo es muy estrecho y mezquino». Así pues, concluyo que si bien el señor Braybrooke tenía toda la razón al sugerir que un novelista creyente no debe sentirse avergonzado por tener una causa que defender, su necesidad más inmediata es encontrar una forma de popularizar nuestra plena filosofía de vida, haciéndolo con mayor claridad de lo que pueda insinuarse a través de los símbolos de una historia. La dificultad que se presenta en un relato es precisamente su propia simplicidad y, de manera más especial, la rapidez con la que se trata su contenido. La gente hace cosas que no define o no defiende. Gorlias Página 179
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