Porque soy catolico
dedicaban a esconderlo todo so capa de una cómica complejidad, incluso cuando no había nada que esconder. Actualmente, de organizaciones tales como el Ku-Klux-Klan es muy poco lo que ya queda, o que merezca la pena esconderse. Y hasta es probable que nuestra curiosidad romántica sobre esos grupos sea mucho menor que la que subyace en ellos respecto a nosotros. La dama protestante a la que en un principio nos referíamos seguirá, de momento, un tanto resentida por el hecho de que Dios no comparta su conocimiento de la terrible importancia del té y de los macarrones que se reparten en su casa católica con el mayor secreto. Pero es probable que en un futuro no muy lejano vaya desapareciendo ese interés por lo que se pueda hacer tras esas puertas cerradas, al parecer, a cal y canto. Página 192
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA0OTIx