Porque soy catolico

mentalidad moderna quiere ser consecuente con el momento en que se encuentra. Si digo que la teología de Bunyan es obsoleta pero que la de Dante no lo es, pronto podré advertir la sonrisa de superioridad y de ligero desprecio que se plasmará en el rostro de mi amigo el señor Douglas. Me dirá que como soy papista considero que el dogmatismo papista sigue vigente. Pero el hecho es que él es protestante y piensa que el dogmatismo protestante está muerto. En mi caso, al menos defiendo la teoría católica porque creo que puede ser defendida. Seguramente los puritanos defenderían la suya si también les fuera posible defenderla. Pero lo cierto es que se halla tan muerta para ellos como para nosotros. No se trata simplemente de que el señor Noyes pida la desaparición de un desajuste; es que el señor Douglas afirma que no puede haber tal desajuste porque ya ha desaparecido. Ahora bien, la filosofía tomista, en la que Dante basaba su poesía, no ha desaparecido. No se trata de una cuestión de fe sino que se trata de un hecho. Cualquiera que visite París u Oxford, o cualquier parte del mundo en la que se discutan esas materias, le podrá decir que no ha desaparecido. Toda clase de personas, incluyendo aquellas que no creen, se refieren a ella y la debaten. De hecho no creo que la gente de hoy día se ponga a debatir el sectarismo del siglo XVII . Si tuviera el privilegio de pasar unos cuantos días con el señor Douglas y sus jóvenes leones del Daily Express no dudo que debatiríamos y discreparíamos sobre muchos temas. Pero dudo mucho que se pusiera a decir de vez en cuando y con gran contento: «Oh, tengo que leerle este encantador pasaje de Calvino». También pongo en duda que sus jóvenes periodistas se dedicaran a pasarse unos a otros citas de los sermones de Toplady [73] sobre el calvinismo. Pero incluso muchos jóvenes actuales saben citar a Tomás de Aquino, del mismo modo que también mencionan a Aristóteles. Lo digo porque los he oído. Y hay determinadas ideas que flotan por ahí, incluso en la prosa original de Santo Tomás, como sucede con la poesía de Dante o, pongamos por caso, de Donne . [74] El caso de Bunyan es justo lo contrario del de Dante. En éste la teoría abstracta ilumina su poesía; las ideas resultan luminosas aun cuando las imágenes puedan mostrarse oscuras. En Bunyan son las figuras y los hechos humanos los que se muestran brillantes, mientras que el trasfondo espiritual no solamente es oscuro sino que se encuentra oscurecido por el paso del tiempo. Por supuesto que es muy cierto que en Dante las simples imágenes relatadas en la obra tienen un gran poder imaginativo. También es verdad que algunas de ellas se quedan obsoletas, en el sentido de que las anécdotas e incidentes lo son, y el juicio personal es eso: un juicio personal. Nadie puede olvidar la imagen de cómo va atravesando la penumbra del infierno aquel insolente trovador, portando su cabeza en la mano como una linterna que ilumina el camino de los egregios visitantes. Todo el mundo está de acuerdo en que semejante imagen tiene una gran fuerza poética al referirse a la violencia que puede ejercer en ciertos casos el orgullo del intelecto. Pero si alguien quisiera deducir de semejante imagen que ciertamente Bertrand de Bor n [75] fue condenado al infierno Página 199

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