Porque soy catolico

la respuesta es evidentemente que no. Dante sabía tanto sobre el destino escatológico de Bertrand como pueda saberlo yo. Lo único que sucede es que él se preocupó más por el tema; pero el conflicto personal que pudiera mantener al respecto es un asunto completamente obsoleto. No obstante tengamos presente que esas cosas no constituyen la teología de Dante, y que debemos dejar en paz a la teología católica. En resumen: lejos de que su teología esté obsoleta, resultará mucho más cierto decir que todo es obsoleto excepto su teología. Que no llegara a gustarle un determinado caballero del sur es obsoleto; pero se trataba de un capricho particular, perteneciente más al ámbito de la demonología que al de la teología. Nos acercamos a la teología cuando llegamos al teísmo. Y si alguien llega a leer el pasaje en el que Dante tiene que enfrentarse al gigantesco problema de describir la Visión Beatífica, se encontrará con que pertenece a otro mundo de ideas que está muy por encima de la afortunada entrada a la Ciudad Dorada que se encuentra al final del Pilgrim’s Progress. Se trata de un pensamiento; de un pensamiento en el que un pensador, especialmente si se trata de un librepensador, siempre podrá pensar. No hay que venerar las imágenes del Dante más que otras. Pero siempre existe un ideal detrás de todas las imágenes; y es en las últimas líneas del Paraíso en donde el espíritu del poeta parece que primero remonta el vuelo como un águila, y después se desploma como una piedra. En esta comparación no existe nada que refleje el genio o la genialidad de la categoría o del nivel en el que se encuentra Bunyan; pero sirve para situarle en su propio nivel. Creo que se debe decir algo sobre la fuerte denuncia hecha por el señor Noyes; pero es una denuncia que nada tiene que ver con esta distinción. Por el contrario sería cosa fácil establecer la misma distinción entre dos personas que se encontraran en el ápice de su carrera literaria. Pienso que sería gran verdad decir que quienes disfrutan leyendo a Homero se interesan más por lo eterno de la humanidad que por lo efímero de la mitología. Al lector de Homero le interesan más los hombres que los dioses. Y hasta donde logro imaginar creo que a Homero le pasaba lo mismo. Es cierto que aquellos curiosos y caprichosos dioses olímpicos crearon una religión, pero es una religión que ahora se encuentra muerta. Es el Héctor humano quien, al morir, nunca fenece. Pero reconvendríamos al crítico que, tras probar esto al referirse a Homero, quisiera probar lo mismo con Platón. Protestaríamos si alguien dijese que el único interés que ofrecen actualmente los Diálogos platónicos se encuentra en la parte anecdótica y colorista que los envuelve, y en la alegre y jugosa descripción de la vida griega, pero que nadie se interesa hoy día por la filosofía de Platón. Diríamos que no es cierta esa comparación, y que si hubiera que hacerla sería justamente al revés. La filosofía de Platón será importante mientras haya filosofía; y la religión de Dante será igualmente importante mientras exista la religión. Y, sobre todo, será importante mientras exista esa religión lúcida y serena que está más en contacto con la filosofía. Nadie se atrevería a decir que la teología de un pensador baptista tiene ese toque sereno y lúcido, porque es necesario que en muchos puntos se mantenga Página 200

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