Porque soy catolico

sentado a la puerta de mi casa vestido con harapos y que por consiguiente necesita que se le vista adecuadamente; y que una vez terminado de vestirlo, el tipo de marras me presentara a un individuo completamente extraño que viniera a pedir el sombrero viejo de mi padre. Ahora bien, realmente creo que existe necesidad de replantearse la verdad religiosa; pero nunca de hacer un replanteamiento de algo completamente distinto que no creo que sea verdad. Por el contrario creo que existe una necesidad urgente de establecer una nueva formulación verbal de muchas de las doctrinas fundamentales; y esto se debe a que mucha gente ha dejado de entenderlas como tradicionalmente estaban formuladas. De esto no se deriva que la formulación tradicional no fuera la auténtica, sino que significa tan sólo que se necesita una nueva versión, una nueva traducción; aunque las traducciones raras veces sean acertadas. Esto tiene que ver muy especialmente con las ideas y dogmas católicos, porque fueron formulados originariamente en lo que algunos llaman «lenguas muertas», y otros «lenguas perdurables». En todo caso se formularon en una lengua que se ha fragmentado en otras, se ha mezclado con dialectos y ha dado pie a una especie de patois que si bien es enérgico e incluso a veces espléndido, resulta menos exacto. Creo que la cultura católica sufre mucho por las malas interpretaciones populares que se han hecho de su terminología originaria. Creo también que los católicos son culpables en muchos casos por no darse cuenta de que sus doctrinas necesitan un aroma fresco, y no dejarlas en una lengua que, si bien es intrínsecamente correcta, se presta a las malas interpretaciones. Aquellos que se llaman liberales suelen dar por sentado que el fallo se debe al uso de la lengua muerta, que se opone a otra que ha sabido desarrollarse. Si dichos individuos fueran realmente liberales podrían tener una visión más amplia y comprender que eso sucede con toda lengua que se ha deteriorado. Pero en cualquier caso es cierto que existe una mala comprensión, y que lo que deseamos verdaderamente es que la gente pueda entender. Y yo creo que hemos cometido errores en este aspecto, y que no siempre la culpa la tienen nuestros enemigos. Hay casos en los que, más o menos inconscientemente, se ha informado mal, y se ha establecido una deficiente comprensión entre lo que se dice y lo que se oye. Me propongo decir algo en este artículo sobre lo que voy a calificar de crítica católica de algunas faltas católicas; o lo que son (en muchos casos) simples accidentes y malas comprensiones. Por ejemplo, hay una serie de incomprensiones que no son otra cosa que malas traducciones. Probablemente nunca hemos sabido explicar adecuadamente la conveniencia de utilizar el latín para algo que debe ser inmutable y universal. Pero como muchos de nuestros adversarios se pasan día y noche gritando que quieren un lenguaje internacional, y aceptan una especie de guirigay periodístico plagado de extraños neologismos, tal vez se les pudiera ilustrar con un poco del latín que emplearon Erasmo o Bacon. Más adelante diré algo en defensa de esa lengua supuestamente tan hierática. Pero, de momento, estoy pensando en ciertos errores que Página 224

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