Porque soy catolico
H XXVII La mente esclavizada e escogido el tema de la esclavitud de la mente porque creo que mucha gente respetable me imagina como un esclavo. No necesito definir la naturaleza de mi supuesta esclavitud y tampoco me planteo discutirla. Es algo que compartiría cualquier hombre sensato que busca un tren en Bradshaw . [100] Es decir, todo consiste en confiar en una autoridad competente, lo cual es completamente razonable. De hecho sería bastante complicado subirse a todos los trenes con la finalidad de averiguar a dónde se dirige cada uno. Y sería más peliagudo todavía si nos dirigiéramos hacia el destino sólo a fin de descubrir si era seguro o no empezar el viaje en cuestión. Imagino que si se hubiera planteado la amenaza de que la guía Bradshaw fuera una herramienta conspirativa para generar accidentes ferroviarios, cualquier hombre podría seguir creyendo que la guía es eso, simplemente una guía, y que la amenaza es sólo una amenaza; pero al menos conocería la existencia de la amenaza. A lo que me refiero cuando hablo de la esclavitud de la mente es a ese estado en el cual los hombres no son conscientes de la existencia de una alternativa. Es algo que obstruye la imaginación, como una droga o un sueño hipnótico, y que impide que una persona sea capaz de pensar en ciertas cosas. Por ejemplo, en ese estado no se puede decir: «Te entiendo, pero no puedo compartir tu opinión porque yo pienso de otra forma» (algo completamente lógico); no puede ser porque la persona nunca se ha planteado un punto de vista diferente, y por lo tanto ni siquiera es consciente de que nunca ha pensado en ello. Aunque aquí no estoy discutiendo mi propia religión, creo que es justo decir que sus autoridades nunca han tenido esa clase de estrechez mental. Puedes reprobar sus condenas por ser demasiado opresivas; pero no en un sentido oscurantista. Santo Tomás de Aquino se preguntaba, en efecto, al empezar su investigación, «¿existe un Dios?, parecería que no por las siguientes razones»; y las encíclicas más criticadas siempre han planteado una tesis antes de condenarla. Lo que planteo es la incapacidad que existe en el hombre para ponerse en el punto de vista del contrario; y a menudo incluso su ineptitud para cuestionarse el suyo. Curiosamente, encuentro que estas cosas están muy extendidas en nuestro tiempo, que aboga por tener una cultura popular o una gran visión. Por todas partes existe el hábito de asumir determinadas cosas sin imaginar siquiera cuáles son sus opuestas. Por ejemplo, tal y como nos ha enseñado la historia, casi todo el mundo asume que en todos los conflictos importantes que se han producido en el pasado ha ganado siempre el bando de los justos. Todo el mundo lo asume; pero nadie sabe qué conlleva eso. Nunca se ha contemplado seriamente la Página 229
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