Porque soy catolico
nervio de otro pero al mismo tiempo generan vida. Sería bastante más fácil hacer uso de la dinamita, si nuestro único objetivo fuera causar la muerte. Así como un fisiólogo trata con tejidos vivos, el teólogo trata con ideas vivas; y si traza una línea entre ellas, es lógico que esa línea sea muy fina. Es costumbre, aunque hoy en día ya se ha quedado bastante trasnochada, quejarse de que los griegos o italianos que discutían sobre el misterio de la Trinidad o sobre los sacramentos perdían el tiempo, como quien lo pierde tratando de separar un cabello de otro. No sé que es más aburrido, si tratar de separarse los cabellos o tener que teñírselos, en un vano intento de igualar la dorada melena de Frey a [117] o la negra cabellera de Cotytto . [118] Al menos, la división del pelo nos dice algo sobre su estructura; mientras que un simple desteñido no nos dice nada en absoluto. La teología nos introduce en la estructura de las ideas; mientras que el sincretismo teosófico se limita a enjuagar todos los colores de los coloristas cuentos de hadas que existen en el mundo. Llegados a este punto, mi único propósito es tranquilizar a esos amables caballeros que estaban preocupados por esa extraña enfermedad de la modernidad, que debía estar comiéndose mi mente vacía. Me apresuro a explicarles que me encuentro bastante bien, gracias; y que reboso de ideas sobre las que puedo reflexionar sin necesidad de recurrir a la locura baconiana de paralelismos paganos, o de establecer la conexión entre el toro al que dio muerte Mithr a [119] y la balada de la vieja vaca muerta. Página 241
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