Porque soy catolico
Y XXXI El perfil de la Caída a comenté la curiosa maniobra de despiste que se utilizó para cubrir la retirada de los darwinianos. Un ejemplo de ello está relacionado con personajes muy famosos; concretamente con dos. El señor H. G. Wells, que replicó al señor Belloc, que había escrito una crítica de El perfil de la historia, con objeto de protestar ante un cierto tono de arbitraria generalización y ante un pretendido conocimiento de lo que es desconocido. Un caso típico lo tenemos en lo que el señor Wells dijo sobre los hombres que hicieron las pinturas rupestres: «No parece que exista un espacio en esas vidas para la especulación o la filosofía». Y el señor Belloc le contestó de forma poco natural: «Y por qué no?». Pero no voy a hablar aquí sobre los detalles de algunos de sus trabajos; la mayoría de ellos hablan en torno a si las pinturas rupestres tenían inscritas su fechas de ejecución, o si alguna de las hachas de piedra podría llevar la inscripción de 400.000 antes de Cristo, o incluso A.E.H., (Antes del Esbozo de la Historia). Por el momento, el único punto de conexión es el que afecta a la continuación de nuestra crítica anterior, tocando el actual estado del darwinismo. Y lo que de verdad me sorprende es que un hombre como el señor Wells, que por lo general es muy apasionado en sus polémicas, se muestre tan frío en este asunto; la defensa que hace de Darwin es más una disculpa que una apología. De hecho, como ocurre con otros muchos apologistas modernos, parece defender la teoría de que Darwin no era darwiniano. Los evolucionistas victorianos se entregaron por completo a la defensa de la grandeza de la tesis de Darwin. Los nuevos evolucionistas parecen entregados a explicar lo pequeña que es. Alegan que dio lugar al nacimiento de una teoría, pero que se trata de una teoría de poco alcance. Algunas palabras del señor Wells pueden ser consideradas apologéticas, sin caer por ello en una apreciación injusta. A diferencia del profesor antes mencionado, él no trata de saltarse la palabra «origen» para hablar de la «causa de ese origen». Lo que hace es concentrarse en la palabra «especies», como si a la evolución no sólo se le hubiera aplicado una subdivisión. Él incluyó lo que no incluyó Darwin al principio, incluso aplicándolo a la especie humana. ¿Qué habrían dicho los darwinistas victorianos de lo que oyeron en defensa del darwinismo que no se pudiera aplicar al hombre? ¿Podemos entender que el primer libro de Darwin sea el único que tiene inspiración divina? Una vez más, el señor Wells afirma que la selección natural es algo de sentido común. Y sin duda alguna, si esto sólo significa que las cosas se ajustan perfectamente para que puedan darse las condiciones óptimas para la supervivencia, es algo completamente lógico. Podríamos añadir también que todo el mundo sabe eso. ¿Viene a decir esto que se Página 246
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