Porque soy catolico
E XXXII Los ídolos de Escocia l aspecto que más me impacta de esta polémica es el hecho de que la mayoría de las veces nuestros oponentes hablan en términos del pasado, un pasado por otra parte completamente caduco; mientras que nosotros intentamos abordar las condiciones prácticas que se dan en el presente aunque pueda ser considerado impertinente, excéntrico, entrometido o paradójico. En esa línea parece haberse planteado una divertida comedia en relación al nacionalismo escocés, o la noción de autogobierno del norte de Gran Bretaña. Un respetable presbiteriano advirtió a sus compatriotas de que su movimiento había resultado contaminado por la presencia de católicos románicos, especialmente por el señor Compton Mackenzi e [125] ; y no en menor grado por el peligro mortal que supone el hecho de que el señor Cunninghame Graha m [126] se muestre interesado en un libro del señor Belloc en el que se expresa ese terrible sentimiento de que la Reforma supuso el hundimiento del cristianismo. Personalmente creo que tenía que haber pensado que resultaría obvio que alguien en alguna parte, considerara con objetividad que efectivamente supuso el hundimiento del cristianismo. Debí imaginar que sería obvio para alguien, por ejemplo, que deseara o incluso discutiera sobre el reencuentro del cristianismo. Desde luego algunos pueden creer que se trataba de un viejo buque de tres cubiertas que estaba destinado a hundirse, y que hubo personas que fueron lo suficientemente afortunadas como para poder salvarse en botes salvavidas. Pero el hecho es que efectivamente se rompió y que los botes no son lo mismo que el barco original. Un hombre podría ofenderse al oírnos decir que el auge de los reinos feudales y de los modernos estados fue una consecuencia del declive y posterior caída del Imperio romano. Ésta es sólo una muestra de intolerancia, pero que merece reseñarse desde el principio. Una de las particularidades de este tipo de intolerancia es que no es capaz de distinguir entre las afirmaciones que buscan la provocación y aquellas que no son más que simples declaraciones. Si yo afirmo que la Reforma supuso una vuelta a la barbarie, a lo peor de la Edad Oscura sin conservar nada de lo bueno que pudo ofrecer; una idolatría de los documentos hebreos caducos, llenos de visiones y símbolos sin ningún Daniel que interprete los sueños; una estampida de lujo brutal y de orgullo con un aullido de predicador a modo de disculpa; una revuelta de ladrones y saqueadores que llevan delante, como si fueran mascotas de la suerte, a unos pocos lunáticos que balbucean entre espumarajos; el retorno del maniqueísmo, el sucio simio ascético, conspirando con el mal para destruir el mundo… Si yo hubiera dicho todo esto debería pensar que esos comentarios sobre el protestantismo tenían, en efecto, un toque de provocación. Pero si dijera, junto con el señor Belloc, que el protestantismo supuso el hundimiento Página 250
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