Porque soy catolico
del cristianismo, debería considerarlo como una declaración de carácter histórico, lo mismo que si dijera que la Guerra de Independencia americana supuso la división del Imperio británico. El intolerante no puede ver la diferencia entre estas dos clases de afirmaciones, ya sean hechas por nosotros o por él mismo. Otro punto interesante que merece ser mencionado es el hecho de que el protestante sigue afirmando que el señor Compton Mackenzie y sus amigos van a arruinar a Escocia, al alejarse de las estrictas enseñanzas de John Knox, que se supone fue el creador del carácter escocés. Yo no puedo creer que el carácter de Scott o el de Stevenson, el de Burns o Barri e [127] , sean reproducciones exactas e inalteradas de las enseñanzas de John Knox. Pero antes de que hagamos cualquier tipo de comparación, merece la pena comentar que, de cara al mundo en el que vivimos, un mundo que está más en contacto con las condiciones modernas, con un conocimiento de los problemas que se dan en la actualidad y de aquellos que se darán en un futuro cercano, resulta más acertado mencionar el nombre de Compton Mackenzie que el de John Knox. Muchos jóvenes modernos se han unido recientemente a la misma religión que el señor Compton Mackenzie. Ningún joven, al menos de los que yo haya oído, alberga deseo alguno de volver a la religión de John Knox. En realidad, apenas hay un escocés entre mil que sienta cierta simpatía por la religión de John Knox. Puede que respete a John Knox por el hecho de ser un héroe escocés, en la suposición (bastante falsa) de que fue un patriota escocés. Pero en realidad, el partido patriótico de Escocia no era otro que el malvado partido papista; Knox y sus presbiterianos fueron ayudados por la presión ejercida por Inglaterra y la reina Isabel. Ellos se habrían justificado afirmando que tenían la única y verdadera religión. La cuestión es, ¿quién, incluso dentro de Escocia, cree que sea ésa la única y verdadera religión? Lo repito, uno entre mil; tal vez unos pocos viejos fanáticos de los Wee Free s [128] en las Highlands. Los que conocen algo de las iglesias presbiterianas escocesas, a lo largo de estos últimos cincuenta años, saben que la doctrina imperante que se les ha enseñado no ha sido el severo calvinismo de los siglos XVII o XVIII , y menos todavía el calvinismo salvaje del siglo XVI . Ha sido un ligero sofrito de filosofía hegeliana y de crítica superior que se ha tomado prestado de Alemania y que los estudiantes escoceses han aprendido en las universidades de ese país. Y alguien a quien de verdad le guste el moderno carácter escocés, sabe (gracias a Dios), que no es por el pequeño parecido que en estos días guarda con la severidad propia de John Knox. Es más sentimental que otra cosa, aunque tal sentimiento encuentre expresión en más de un admirable y brillante genio. La Escocia moderna no se encuentra representada por John Knox ni remotamente. Está más ajustada y honorablemente representada por hombres como sir Harry Laude r [129] y sir James Barrie. Este apagado hábito que invoca cosas caducas, en un mundo en el que estamos rodeados de muchas cosas vivas y de gran interés, es la segunda característica de ese tipo de individuo intolerante que pretendo describir. Sería sumamente interesante escribir una historia auténtica, respetuosa y comprensiva, sobre el extraordinario Página 251
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