Porque soy catolico
U XXXIII Si ellos han creído na de las cosas que nuestros enemigos desconocen es la verdadera situación de su propio bando. Para mí es un motivo de orgullo que el más orgulloso, genuino e incontestable fanfarrón que los protestantes de Inglaterra hubieran podido crear lo haya creado para ellos un católico. Muy pocos protestantes, al menos de su tiempo, habrían tenido la capacidad o la iluminación para hacerlo. Como dijo Newman, cuando ese gran maestro del inglés sondeó los gloriosos triunfos de nuestra lengua desde Bacon y Milton hasta Swift y Burke, recordándonos con firmeza que, aunque hayamos convertido a Inglaterra a la verdadera fe en miles de ocasiones, «la literatura inglesa siempre ha sido protestante». Esta muestra de candor podría presentarse como excesivamente generosa; pero creo que es inteligente que nosotros nos mostremos también generosos. Porque eso no es completamente cierto o, al menos, no exclusivamente cierto. El nombre de Chaucer es por sí solo suficiente para demostrar que la literatura inglesa fue inglesa mucho tiempo antes de que fuera protestante. Incluso un protestante, si también fuera inglés, no podría preguntar por nadie más inglés que el propio Chaucer. Él era, dentro de la esencia del carácter nacional, mucho más inglés que Milton. En realidad, el argumento no es más sólido en lo referente a Chaucer que lo que pueda serlo con Shakespeare. Pero en el caso de Shakespeare la argumentación resulta más larga y complicada, como si estuviera dirigida por sus partidarios; aunque resulte lo suficientemente simple y directa para ser entendida por todos aquellos que tengan el sentido de la realidad. Creo que los recientes descubrimientos, recogidos en un libro escrito por una mujer francesa, han acabado confirmando la teoría de que Shakespeare murió católico. Pero no necesito de libros ni de descubrimientos que me demuestren que vivió como un católico, o más probablemente, como el resto de nosotros, tratando infructuosamente de vivir como católicos; que razonó como un católico, que sintió como lo haría un católico y que analizó cada cuestión como lo haría un católico. Las pruebas que demostraran tal cosa constituirían materia para otro ensayo; si de hecho lograran demostrarlo sin resquicio de duda. Para mí resulta bastante evidente que él era el auténtico y reconocible católico típico del Renacimiento; como Cervantes, como Ronsard. Pero si se me pidiera de pronto una breve explicación, sólo podría afirmar que era católico basándome en los mismos pasajes que ahora se utilizan para probar que era agnóstico. Pero ésta es otra cuestión mucho más sutil que no tiene que ver con el asunto que decidí tratar en este ensayo. Al comienzo del mismo, me propuse reconocer la verdad que planteaba Newman de que al margen de la desunión de Europa ha surgido una Página 254
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