Porque soy catolico
podría haberle cambiado, excepto en la posibilidad de que hubiera sido un hombre mucho más alegre. La mayoría no se habrán dado cuenta de esto, porque en lo que se refiere a la libertad artística e intelectual perseveran en la idea de que eso era algo que estaba controlado en los países católicos y en cambio gozaba de libertad en los países protestantes. Pero la historia se encuentra en contradicción con este punto de vista. La marea cultural del siglo XVII fluyó de Francia hacia Inglaterra, no de Inglaterra hacia Francia. Milton podía haber sido tan relevante como Molière y seguir siendo recordado como un católico dentro de una atmósfera católica. Descartes el católico fue mucho más sincero que Bacon el protestante, el filósofo del racionalismo científico. Los experimentos, las nuevas formas, los grandes nombres de la crítica y la filosofía de los dos o tres últimos siglos han surgido con la misma frecuencia en los países de influencia católica que en los de influencia protestante, si no más. Inglaterra podría haber generado una gran literatura, de la misma forma que podría haberlo hecho Francia, sin necesidad de producirse cambio alguno en la antigua religión europea. Para demostrar lo que afirmo en este ensayo nada más oportuno como citar el caso de Cowper . [132] Ahí es donde se hace más tajante la teología protestante, y donde también se hace más categórica la poesía inglesa. Pero ambas tienen muy poco que hacer la una con la otra antes de que llegue la hora oscura en que la teología acabe por destruir a la poesía. El pobre calvinismo de Cowper le arrastró a la locura, y sólo su poesía lo mantuvo cuerdo por algún tiempo. Pero no había nada en su poesía ni en su cordura que le impidiera convertirse en un católico. Al contrario, era exactamente esa clase de hombre que habría sido muy feliz siendo católico. Esa clase de hombre que habría sido un devoto de la memoria de San Francisco, si hubiera oído hablar alguna vez de él; y nada habría evitado que tanto uno como otro cuidaran de pájaros como si de mascotas se tratasen o acariciaran a las liebres salvajes más allá de los bosques. Fue el brutal golpe producido por Calvino, dos siglos antes, el que rompió el corazón del santo de la naturaleza; y no es el menor de sus crímenes. Después de Cowper aparece otra clase de problema que no es la presencia sino la ausencia de la teología protestante. Hubo elementos en la literatura de Burns y Byron, y más aún en Shelley y Swindburne, que desde luego habrían supuesto un problema para su tradición católica, de haberla tenido. Pero como revuelta contra el catolicismo no habría sido ni la mitad de lo que lo hubiera sido contra el protestantismo. En la medida en que tienden hacia el simple escepticismo, habrían encontrado el camino hacia él con más rapidez leyendo a Rabelais y a Montaigne en un país católico que leyendo a Shakespeare y a Milton en uno protestante. Tan pronto como empezó la Revolución o, más bien, tan pronto como empezó el movimiento romántico, se quedó atrás la teología puritana, incluso de una forma más contundente que la teología medieval. De hecho, los románticos desarrollaron una cierta simpatía, si no exactamente con la teología medieval, al menos con la religión medieval. Es muy probable que Byron o Víctor Hugo prefirieran que una abadía estuviera en ruinas, Página 256
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