Porque soy catolico
complicadas condiciones que plantean las modernas conveniencias y convencionalismos, surge esta clase de paradoja más práctica y desde luego más desagradable. La gente se ve en la necesidad de ir de acá para allá en el transcurso de unas pocas semanas, sólo para quedarse en casa por el espacio de unas pocas horas. Así que la vieja y saludable idea de los festivales de invierno es ésta: que las personas que estaban encerradas y aisladas a causa del mal tiempo echaran mano de sus propios recursos; o, dicho de otra forma, que tuvieran una oportunidad para ver si había algo en ellos. No está claro que la reputación de los hedonistas más actuales pudiera sobrevivir a esta prueba. Las terribles exposiciones a la misma podrían haber hecho de alguno de ellos algo parecido a lo que les ocurre a los famosos cuando se les priva del poder de la maquinaria y el dinero. Lo han conseguido todo haciendo uso de ellos; incluso cuando van al último espectáculo de danza americana se parecen a la mayor parte de los músicos negros que bailan. Pero en todo caso, creo que para el promedio de la humanidad saludable, la supresión de todas esas conexiones mecánicas habría provocado un efecto de revitalización y despertar de la conciencia. A día de hoy ellos siempre dicen divertirse; pero no hacen nada que destile nobleza o que merezca la pena por su dignidad humana. La mayoría ni siquiera se divierten; están demasiado cansados para hacerlo. La Navidad debería ser creativa. Se nos dice, incluso por aquellos que más la elogian, que es especialmente útil para preservar las viejas tradiciones o los viejos juegos. Es útil para ambos propósitos. Pero en el sentido al que me refiero ahora debería ser posible volver una vez más a la verdad, aunque por otra dirección. La verdadera Navidad debería crear no sólo las viejas cosas sino también las nuevas. Por ejemplo, debería crear nuevos juegos, si se animara a la gente a inventarlos. La mayoría de los antiguos juegos empezaron usando herramientas habituales o elementos del mobiliario. Las principales reglas del tenis fueron inventadas en el patio de una vieja taberna. Los rastrillos del cricket fueron creados, en su origen, a partir de las tres patas de una banqueta para ordeñar vacas. Deberíamos inventar cosas de esta clase, si recordáramos cuál es el origen de la invención. Qué agradable sería empezar un juego en el cual puntúas al golpear un paragüero o la mesita de ruedas, o incluso al anfitrión o a la anfitriona; por supuesto con algún proyectil que esté hecho con algún material blando. Los niños que han tenido la suerte de quedarse solos en la guardería no sólo inventaron juegos con todo detalle, sino también dramas e historias vitales; inventaron lenguajes secretos; familias imaginarias; realizaron con meticulosidad las revistas familiares. Ésa es la clase de espíritu creativo que queremos para el mundo moderno porque lo deseamos y también lo echamos en falta. Si la Navidad se volviera más familiar, en vez de menos, creo que aumentaría enormemente su verdadero espíritu, el espíritu de la niñez. Y mimando este sueño podemos transformar la concepción actual de la misma en una paradoja. En cierto sentido es verdad que es ésta una época en que las puertas deberían abrirse. Pero yo Página 264
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