Porque soy catolico

D II Mis seis conversiones La religión de los fósiles urante estos últimos años, al menos en seis ocasiones me he encontrado en una situación en la que me habría vuelto católico si no me hubiera impedido dar este paso tan precipitado el afortunado accidente de que ya lo era. El hecho es meramente personal, pero tiene algún interés representativo, porque nuestros críticos siempre esperan que el converso sufra alguna suerte de reacción que lo lleve al desencanto y quizás a la deserción. Por regla general, lo más que nos concederán es que hemos encontrado la paz a cambio de renunciar a la razón, lo cual significa que tendremos que pasarnos el resto de nuestras vidas enzarzados en interminables controversias, en un permanente llamamiento al uso de la lógica. Pero es un hecho que, en un sentido más bien peculiar, la cosa es justamente al revés. Las confirmaciones más sólidas le llegan al converso cuando ya ha recibido las suficientes como para aceptar su credo. En estos artículos me propongo exponer algunos ejemplos de esta singular conversión postconversión. Quiero decir que, desde que fui recibido en la Iglesia, han sucedido cosas que en cualquier caso me hubieran hecho imposible adoptar cualquier posición intelectual fuera de ella, sobre todo la posición en que me encontraba originariamente. Una de esas ocasiones fue la solución parlamentaria de la controversia sobre el Libro (o los libros) de Oraciones. Otra fue la decisión, o indecisión, de Lambet h [30] sobre el control de la natalidad. Consideraré, en primer lugar, el ejemplo de los últimos acontecimientos políticos en Europa. Comienzo por éste porque es a la vez típico y tópico; es decir, nos ofrece el más sencillo y claro ejemplo de lo que estoy diciendo y, además, sus detalles están frescos en la mente de todos, incluso de aquellos que sólo abordan el presente con la ayuda de la prensa, ese sustituto verdaderamente sintético del pan de cada día. Para explicar mi pensamiento sobre estos hechos de una manera más lúcida que la suministrada por la prensa, creo necesario decir unas palabras preliminares sobre la Reforma protestante y la manera en que sus consecuencias, más que la reforma en sí, continúan engañando y desconcertando a la cristiandad. Gentes como el obispo Barnes o el deán Inge son, como sabemos, muy aficionadas a los descubrimientos de la ciencia, en particular de los no muy recientes descubrimientos de la ciencia del siglo XIX . Les encanta hablar de lo que mi abuelo hubiera llamado el testimonio de las rocas; el registro geológico del desarrollo de la Página 280

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