Porque soy catolico

asaltarán nuevas e innombrables torturas si su mujer usa un sombrero diferente, o que no es capaz de someterla a un infierno si usa un par de medias que no haga juego con la alfombra. Por supuesto, estos arrebatos de locura pueden aparecer en cualquier otra relación humana, aparte del matrimonio. Un hombre puede no haber elegido su profesión, porque mucho antes de haberse convertido en arquitecto puede haber sentido un místico impulso de hacerse aviador, o verse sumido en una pasión vocacional de trompetista o cazador de ballenas. Un hombre puede no comprar una casa por miedo a que un extraño con un par de calcetines inadecuado pueda entrar en ella; o por miedo a cambiar de opinión con respecto a las alfombras o las cornisas. Uno puede negarse de pronto a hacer un negocio con su socio, porque él también, como el cruel marido, usa la corbata equivocada. Yo he visto un escrito oficial muy serio que pedía compasión para una esposa que había abandonado a su familia porque su psicología era incompatible con una corbata naranja. Todo esto es sólo una posible aplicación del razonamiento, pero ilustra exactamente el sentido en el que se aplica hoy en día el principio del escepticismo y de qué manera el escepticismo ha evolucionado desde una aparente sensatez hacia una innegable insensatez. Las herejías se autodestruyen, y siempre mueren sin necesidad de que se les dé un golpe de gracia. La razón, antes incluso que la religión, tiene una respuesta contundente: «Si usted piensa de esa manera, ciertamente no podrá fundar una familia; ni ninguna otra cosa. No podrá construir casas, no podrá crear sociedades, no podrá dedicarse a ninguna de las ocupaciones de este mundo. No podrá plantar un árbol, porque la semana que viene podría lamentar no haberlo plantado en otra parte; no podrá echar una patata en la olla, porque en cuanto lo haga será demasiado tarde para sacarla de ella. Su estado de ánimo está marcado por la cobardía y la esterilidad; su forma de encarar los problemas consiste en buscar excusas para no resolverlos. Muy bien; si usted lo quiere, que así sea, y que el Señor le acompañe. Será respetado por su sinceridad, será compadecido por su sensibilidad. Incluso puede conservar algunas de las cualidades que en ocasiones hacen útil el escepticismo. Pero si usted es demasiado escéptico para realizar estas cosas debe apartarse del camino, para no estorbar a quienes que las pueden hacer. Deje el mundo a los que piensan que se puede trabajar en él, a los que creen que el hombre puede hacer casas, sociedades, obras, compromisos que se cumplan. Y si para guardar una promesa, o hervir una patata, o comportarse como un ser humano, es necesario creer que Dios hizo al hombre, que Dios se hizo hombre y que llevará a los hombres a las alturas de la Gloria, por lo menos debe dar una oportunidad a esos crédulos fanáticos. A todo esto es a lo que me refiero cuando hablo de la supervivencia del más apto. Por eso la gastada frase darwinista, que probablemente es un error en el campo de la historia natural, es una verdad en el terreno de la historia sobrenatural. La entidad orgánica llamada religión, tiene, de hecho, los órganos que hacen posible la vida. Puede alimentarse allí donde los fastidiosos indecisos no son capaces de encontrar Página 308

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