Porque soy catolico
M X El asceta extraordinario i nota sobre el comunismo del señor Middleton me resulta demasiado apresurada y hostil, porque no tuve espacio para mencionar algunas partes fuertes y sustanciales del libro, especialmente aquellas que manifiestan su desprecio por el tipo de socialista que jamás se consideraría comunista. El repaso del laborismo parlamentario parásito es magistral, y desde luego mis simpatías estarían totalmente con un hombre como el señor Maxton en comparación con otro como el señor Thoma s [59] . Pero hay algo que continúa intrigándome, porque en la última nota no existe ningún programa práctico, excepto la propuesta de un salario mínimo universal que, según se dice, haría innecesaria la expropiación de la tierra y los bienes. Imagino que esto supondría una subida de impuestos al empleador, probablemente hasta convertirlo en demasiado pobre como para emplear a nadie, y entonces el Estado se convertirá en el empleador. ¿Pero qué Estado sería ese?, y, Dios mío, ¿qué estadistas se harían cargo? Seguramente (si no se necesita nada más que un nuevo salario financiado por un nuevo impuesto) serían como los alegres estadistas que el mundo produce hoy en día: parásitos parlamentados convertidos en omnipotentes burócratas. Yo me negaría, por supuesto; en primer lugar porque semejante medida preserva el sistema salarial; en segundo lugar porque el peor sistema salarial es el que tiene un solo empleador, y en tercer lugar porque, en el aspecto puramente práctico, no aportaría ningún cambio de estilo en el tirano. Pero quedarnos sólo con esto es injusto con la parte menos práctica de sus ideas, que por supuesto es la mejor. Por decirlo así, el señor Murry nos exige un terrible cambio de corazón, a pesar de que su sistema no parece capaz de promoverlo. Ya somos capaces de luchar como distributistas, mientras que el comunismo parece áspero hasta para los mismos comunistas, y ellos, para poder ser anormales, deben soportar la misma austeridad anormal que nosotros soportamos para ser normales. En teoría, o por lo menos en esta parte de la teoría, el señor Middleton Murry es un asceta que desea transferir el ascetismo desde la vida individual, en la que puede ser noble y hermoso, a la totalidad de la sociedad y a la historia, terrenos en los que se convierte en simple vandalismo o en pura o simple destrucción bárbara. En esto está enteramente de acuerdo con el puritano, el prohibicionista o el tipo más simplón de pacifista; en resumen, está enteramente de acuerdo con el tipo de mundo moderno que él justamente más detesta. En líneas generales, el hecho más prominente del mundo industrial moderno es que los movimientos morales son más despiadadamente represivos que las formas antiguas de misticismo o fanatismo, que normalmente afectaban sólo a unos pocos. Página 332
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA0OTIx