Porque soy catolico
E XV Tres enemigos de la familia l señor Aldous Huxley iluminó con un brillantísimo relámpago de ironía todo el abominable paisaje de lírica utopía de una humanidad artificial, hecha de hombres y mujeres fabricados, al titularlo con la vieja frase romántica Brave New Wor d [68] . La cita proviene de aquel supremo momento de la magia de la juventud alimentada por la magia de la ancianidad, cuando Miranda la maravillosa se transforma en Mirand a [69] la maravillada, frente a la sin igual maravilla del primer amor. Usarlo como el lema de un sistema que, habiendo perdido toda la inocencia, necesariamente ha perdido la capacidad de maravillarse, fue un rasgo de ingenio. Sin embargo estaría bien recordar que, en comparación con otros mundos, en los cuales la misma obra se lleva a cabo más débilmente pero casi con igual cantidad de maldad, la utopía de los extremistas tiene algo de la integridad intelectual propia de los extremos, incluidos los de locura. La horrible colmena humana —¿o inhumana?— descrita en la novela del señor Huxley es ciertamente un mundo vil, un mundo sucio y, fundamentalmente, un mundo infeliz. Pero es sin duda un mundo nuevo, y en ese sentido es un mundo valiente. Por lo menos ha sido necesaria una cierta cantidad de valentía, tanta como brutalidad, para que un sistema de ese tipo pudiera ser implantado en el mundo de los hechos. Se necesita algo de coraje y hasta de espíritu de sacrificio para instaurar algo tan completamente repugnante como eso. Pero esa misma obra se está llevando a cabo en otros mundos que no son particularmente nuevos, y que no tienen nada de valientes. Son gente de otra clase, mucho más común y convencional, que no solamente está trabajando para crear semejante paraíso de cobardía, sino que luchan eficazmente por él mediante una conspiración de cobardes. La actitud de esa gente hacia la familia y la tradición de sus virtudes cristianas es la de hombres que quieren herir, pero tienen miedo de dar el golpe. Están preparados para subvertir y minar siempre que no se los llame a combatir a cara descubierta. Los que así proceden son más de la mitad, o más bien cerca de los dos tercios de los que escriben en los más respetables y convencionales periódicos capitalistas. Nunca se dirá lo suficiente que lo que ha destruido a la familia en el mundo moderno ha sido el capitalismo. Sin duda podría haberlo hecho el comunismo, si hubiera tenido una oportunidad fuera de esa tierra salvaje y semimongólica en la que florece actualmente. Pero, en cuanto a lo que nos concierne, lo que ha destruido hogares, alentado divorcios y tratado las viejas virtudes domésticas cada vez con más desprecio, ha sido la época y el poder del capitalismo. Es el capitalismo el que ha provocado una lucha moral y una competencia comercial Página 347
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