Porque soy catolico
Puede verse también en su exagerada repulsión hacia los muy variados experimentos, fracasos y éxitos del Barroco. De casi todos los diferentes tipos de no católicos de nuestro tiempo podemos decir con justicia que, para convertirse en católicos, tendrían que ampliar su mente. Deberían acostumbrarse, más de lo que lo están ahora, a las grandes avenidas y los amplios espacios. Lo que quieren decir los puritanos que piensan que la Iglesia es pagana es que abre una muy amplia avenida, que es la única avenida que queda para conectarnos con la Antigüedad pagana. Esto es principalmente lo que se pretende afirmar cuando se insiste que la Iglesia cobija a toda clase de gente dudosa o de conocida mala reputación, a toda la abigarrada turba de vagabundos, mercaderes y mendigos que dan vida a cualquier plaza de mercado. Quidquid agunt homine s [78] (donde actúen los hombres); hasta Matthew Arnold vio sabiamente que éste era el verdadero lema de la vida práctica de la Iglesia romana. Algunos católicos, además, por supuesto, de muchos de los protestantes, han hablado del peligro de exhibir ante el mundo una pompa y un triunfalismo que pueden ser fácilmente calificados de mundanos. Sin duda los papas del Renacimiento, cuando llenaron Roma con trofeos propios de los triunfos de los césares, hicieron algún daño y crearon cierto resentimiento, dando lugar a la calumnia de que el Padre de los Cristianos usurpaba el título de Rey de Reyes, olvidando su propio título de Siervo de los Siervos. Pero, si se considera la naturaleza humana en su conjunto, su método estaba justificado, porque era una especie de proclamación de la profunda Verdad mencionada más arriba: que la fe pertenece a las alturas y los espacios abiertos y a la redondez de toda la tierra, y por tanto no es lo que sus enemigos continúan calificando desesperadamente de conspiración. Esta manera de pensar la contradice el continuo uso en los edificios públicos de lo que es grande en el diseño y hospitalario en la intención. El arte, especialmente la arquitectura, puede expresar así realidades que son a la vez demasiado grandes y demasiado elusivas como para ser expresadas con palabras. La catedral de San Marcos de Venecia es, en cierto modo, un edificio muy curioso, y algunos ojos nórdicos no la ven, de ninguna manera, como una catedral. Se colorea con el amanecer y el crepúsculo, y así parece entrar en relación con los propios confines de la tierra; es un edificio abierto similar a un puerto y lleno de poesía popular, como un palacio de cuento de hadas. Es decir, expresa el hecho esencial y primigenio de que el catolicismo no es una fe estrecha, que conoce las posibilidades creativas del mundo más que lo que éste mismo puede conocer, y que sobrevivirá a todas las expresiones mundanas y temporales de la cultura. La cristiandad ha viajado hacia el norte y ha fundado puertos más ricos en mares más fríos; ha sido remplazada y congelada temporalmente por gélidas herejías, pero para su gloria y expansión mantiene incólume el mismo principio, el que expresan la magnificencia y gloria de los grandes edificios, el que se muestra en la amplitud de las grandes puertas que declaran la fraternidad de los hombres, o en la construcción de grandes cúpulas que señalan el rumbo cierto de su destino. Hoy, otro edificio de Página 355
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