Porque soy catolico
de aquella situación inicial es que el fanatismo estaba en el otro campo; y en cierto sentido, que la teología estaba en el otro bando. No lo podemos apreciar claramente en los estadistas del momento, porque eran oportunistas o librepensadores. Wellington tuvo su Waterloo; pero era un buen soldado, y por consiguiente retrocedió cuando era inútil resistir. Pero si buscamos en la masa del pueblo, encontraremos una verdadera resistencia religiosa, porque el pueblo tenía una religión verdadera. Esa resistencia se encuentra ahora únicamente en Estados Unidos, donde un demócrata de la talla de Daniel O’Connell es amenazado con la exclusión política por el solo hecho de ser católico. En algunos puntos, los americanos están cien años atrasados. Sin embargo, este tipo de exclusión política no será el principal problema del futuro. Cualquiera que sea la relación de Roma con el nuevo mundo, podemos estar seguros de que su autoridad no será transferida a Dayton, Tennessee. Los efectos políticos de la emancipación política son relativamente fáciles de prever, y dilucidarlos es la parte más fácil de la especulación sobre aquel tiempo. Todo el mundo sabe que la emancipación católica nunca condujo y nunca conducirá a los desastres políticos que algunos profetizaron. El católico duque de Norfolk jamás fue sorprendido intentando imitar a Guy Fawke s [84] , y lord Russell de Killoween rara vez, quizás nunca, invitó a una flota española a nuestras costas. Fuera de ciertas fiebres puritanas, presentes sobre todo en Estados Unidos, no hay razón para suponer que el mundo será tan poco razonable como para arrepentirse de haber elegido alcaldes católicos o enviado embajadores católicos. Se oyen aún hipócritas consideraciones sobre una supuesta alianza con el extranjero, pero esto es porque una hipocresía puede sobrevivir por mucho tiempo a su causa. Los hombres que tienen los ojos bien abiertos saben perfectamente que el internacionalismo católico, que pide a sus fieles respeto hacia sus gobiernos nacionales, es considerablemente menos peligroso que el internacionalismo financiero, que puede hacer que un hombre traicione a su país, o que la revolución internacional, que puede lograr que lo destruya. Es posible que bajo la presión de las conversiones al catolicismo el mundo retorne a más antiguos y rudos métodos de persecución; pero no es probable a corto plazo. Si nos olvidamos del lado político para contemplar ahora las perspectivas espirituales, encontramos un cambio que se expresa por lo que es opuesto a la máxima periodística que hemos mencionado más arriba. Debemos saber en qué se ha convertido Inglaterra bajo todos los puntos de vista, si queremos pronosticar lo que será en el futuro. Si queremos medir la distancia entre la fecha de emancipación y nuestros días, entre la emancipación católica y sus consecuencias al cabo de un siglo, encontraremos que esta cita periodística resulta muy importante. Si quisiéramos describir el carácter de Inglaterra hace cien años, lo mejor sería decir que era sólidamente protestante; o que el protestantismo inglés era sólido. Y entenderemos mejor el cambio moderno si nos preguntamos qué significa esa solidez. Tenía un Página 365
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