Porque soy catolico
encontrará tarde o temprano defendiendo verdades esenciales de la voluntad y la conciencia contra la marea de salvaje despersonalización que se avecina. Los católicos recuerdan que el catolicismo tiene derecho y razón para hacerlo. Pero un calvinista que ha olvidado a medias al calvinismo no tiene ningún motivo particular para oponerse. Hay, por ejemplo, una influencia que se hace cada día más fuerte, sin ser mencionada nunca en los periódicos, porque además resulta ininteligible para la gente que piensa como aquéllos. Se trata del retorno de la filosofía tomista, que es la filosofía del sentido común, si se la compara con las paradojas de Kant, Hegel y los pragmáticos. La religión romana es, en el sentido literal del término, la única religión racional. Las demás religiones no son racionales, sino relativistas, pues declaran que la razón es en sí misma relativa y no es digna de confianza, que el ser es el devenir, o que todo tiempo es una transición; dicen que dos y dos suman cinco en las estrellas fijas, que en metafísica y moral hay un bien que está más allá del bien y del mal. En lugar del materialista que dijo que el alma no existe, tendremos con nosotros a los nuevos místicos que dirán que el cuerpo no existe. En medio de todas esas teorías, el retorno de la escolástica será sencillamente el regreso del hombre sensato. Seguirán existiendo modernistas trasnochados y atrasados, puros resabios del siglo XIX , que repetirán el gastado lugar común periodístico de los escolásticos que sólo se preocupaban por la cantidad de ángeles que podían ubicarse en la punta de un alfiler. Pero será difícil que hasta esta fantasía parezca muy fantástica en un mundo que niega que un hombre se pueda herir clavándose un alfiler en la pierna. Si existen los ángeles, probablemente tendrán alguna relación intelectual con el tiempo y el espacio; y si no existen, todavía existirán hombres, y quizás existan hombres cuerdos. Pero afirmar que no existe el dolor, la materia o el mal, o que no hay ninguna diferencia entre el hombre y las bestias, o entre cualquier cosa y cualquier otra, es un desesperado esfuerzo para destruir toda experiencia y sentido de la realidad, y cuando haya dejado de ser la última moda, los hombres se sentirán cada vez más cansados de ello y buscarán algo que le devuelva la forma a semejante caos y restituya el sentido de las proporciones en la mente humana. Millones de personas ya se están preguntando si esta solución no está en el orden y la filosofía católicos. Sobre todo, la Iglesia ha reconquistado esa posición única en el mundo en un campo imparcial y bajo la condición más opuesta al favoritismo, cuando lleva sólo cien años disfrutando del derecho de hablar, publicar y votar en las asambleas populares. Así como su Maestro afirmó su divinidad convirtiéndose en un hombre entre los hombres, la Iglesia se ha convertido durante un tiempo en una secta entre otras sectas, para poder emerger al final como algo distinto o superior. Página 372
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