Porque soy catolico
Si los nuevos imperialistas insisten en hablar de todo en términos de caja y contabilidad, si insisten en llamar fusión a la opción imperial, como hizo lord Beaverbrook, si se empeñan en comparar una elección general con una asamblea de accionistas, como hizo el señor Amery [89] , sin duda familiarizarán a la gente con su gobierno, y en un cierto sentido los harán sentirse cómodos, pero no más capaces de amarlo que de amar una inversión desafortunada. Vendrá el tiempo en el que su existencia dependerá del poder que ejerza sobre la imaginación, y entonces sólo habrá dignidad o muerte. Y esa dignidad tampoco provendrá tan solo de un aislamiento imperial que parece preguntar simplemente: «¿Cómo podemos pensar en continentes sin pensar en los Continentes?». Página 375
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