Porque soy catolico

sacerdote liberal o broad church anglicano. Si vamos a ser justos con Mahoma, hay que empezar por reconocer que su principal objeto de repudio fueron los cultos idólatras de Asia. Sólo que Mahoma suponía, como supusieron los arrianos y siguen haciéndolo los unitarios, que podría refutarlos más eficazmente acercando posturas con el teísmo. Pero lo que distingue la suya de herejías como la arriana o la albigense es el haber surgido en una de las fronteras extremas de la cristiandad, lo que le permitió expandirse por el mundo bárbaro. Si bien en esto también sería posible establecer algún paralelismo con la aparición del protestantismo en Alemania. Pues bien, este principio de diferenciación puede aplicarse a cada una de las religiones rivales. No sólo porque pertenecen a categorías distintas de la de la Iglesia católica, sino también porque sus correspondientes categorías se distinguen entre sí. Si el islam admitiera una clasificación de esta índole, no habría que ponerlo en una misma categoría junto con el cristianismo, el confucianismo y el brahmanismo, sino que más bien formaría un grupo aparte con el maniqueísmo, el pelagianismo y el protestantismo. Del mismo modo, Buda no debería compartir el mismo espacio con Cristo, Mahoma y otros afines, sino formar una categoría aparte con Pitágoras, Platón y compañía, ya que ilustra una clase de filósofos místicos para quienes lo que comúnmente llamamos religión estaba dotado sólo simbólicamente de realidad, y cuya principal preocupación era la unidad metafísica. Es posible que Buda tuviera algunas de las virtudes de un santo, pero en realidad fue un sabio, y quizás fuera lo que se dice un idealista, y también fue algo muy parecido a un pesimista. En todo caso, no representa una Iglesia y ni siquiera fundó una. Para aquilatar su aportación, tendríamos que remontarnos a los orígenes del brahmanismo. Pero al hacerlo, descubrimos que el brahmanismo, a su vez, no es una nueva variación de algo ya existente, sino una realidad completamente distinta que engendró sus propias variaciones. Tiene mucho más que ver con las viejas mitologías populares, como nuestra mitología pagana, y probablemente en sus orígenes se confundiera con algún culto a la naturaleza. El budismo, en cambio, innegablemente es lo contrario a este tipo de culto, y sería más acertado definirlo como un movimiento iconoclasta que busca destruir el ídolo que lleva por nombre naturaleza. Por último, es evidente que el confucianismo no es una religión, salvo que consideremos religiones el sistema educativo inglés o la Kultur del imperio alemán. Hasta cierto punto se puede pensar que lo son, en la medida en que nada hay que no esté basado, consciente o inconscientemente, en alguna religión, o en la negación de la religión. Pero a nadie se le ocurriría tacharlos de iglesias, y es imposible que se los pueda comparar con una Iglesia concebida como dogmática y divina. Estas formas de la desesperación, en las que unas son una imitación, otras una duda y otras un ceremonial social, nada tienen en común, salvo el hecho de que ninguna es una Iglesia y que todas ofrecen ejemplos de las muchas cosas con las que al hombre le es dado experimentar, en ausencia de Iglesia. Página 38

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