Porque soy catolico

en aquel último escenario de madera en el que terminó su vida. En ese terrible momento se deleitó con el gran chiste del cuerpo humano, y, como si hablara de una poda amable, discutió gravemente acerca de si su barba había cometido traición y dijo al subir las gradas del cadalso, «ayúdenme a subir, que bajaré por mis propios medios». Tomás Moro nunca bajó aquellos escalones. Había terminado con todos los descensos y movimientos hacia abajo, y lo que había sido su persona se desvaneció ante los ojos de los hombres casi en la misma manera que su Maestro, que siendo elevado atraerá a todos los hombres hacia Sí. Se cerró la oscuridad en torno a él y vinieron las nubes, hasta que mucho más tarde la sabiduría, que puede leer esos secretos, lo vio sobre nuestras cabezas como una estrella que retorna, y estableció su lugar en los cielos. Página 399

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