Porque soy catolico
desgracias psicológicas de Jesús. Esto es sólo una parte de su libro, pero es típico de toda esta descoyuntada e inconsecuente manera moderna de escribir. Página tras página se dedica a mostrar que los dioses primitivos conducían hacia algo más grande y espléndido; y es evidente hacia dónde se encaminaban. Pero en el momento en el que el modernista se da cuenta, escapa, huye lejos de ello. La verdadera historia de la Niña Negra parece modelada sobre Cándido. Ciertamente, buena parte de ella acontece en el famoso jardín de Voltaire. No era en realidad un jardín muy amplio; era un jardín estrecho, pero era un jardín pulcro, en línea con la jardinería holandesa del momento. De todas maneras, casi un alivio frente a la jungla periodística que ahora llamamos «pensamiento moderno». Voltaire, a diferencia de Shaw, tenía un plan sencillo y lógico para su historia. Cándido es un joven educado por un profesor alemán en una filosofía llamada optimismo, sumamente insensata, como muchas filosofías enseñadas por profesores alemanes. Venía a decir que todo en este mundo se acomoda a nuestra paz y comodidad. Era casi el extremo opuesto del catolicismo, o aún del protestantismo, porque los cristianos más bien han tendido a exagerar la verdad de que la vida es un valle de lágrimas y un lugar de prueba, a concluir que la paz sólo puede ser encontrada en el monasterio y la justicia en el Día del Juicio. Voltaire no tiene dificultad en mostrarnos de qué manera la vida real rompe en mil pedazos esta herejía teutónica del optimismo. Pero lo que caracteriza la más confusa mentalidad moderna es que en realidad no sabemos, al final de la parábola del señor Shaw, qué es lo que ha saltado en pedazos, si la niña negra ha encontrado a Dios, no lo ha encontrado, o ha encontrado que no hay Dios a quien encontrar. De cualquier manera, encontró al señor Shaw, quien actúa como el jardinero de Voltaire, pero no ha aprendido todavía el lúcido estilo y el claro pensamiento de su jefe. Debe ser reconfortante para el señor Shaw saber al menos que él es un verdadero proletario. Voltaire dijo que un hombre debería cultivar su jardín. Lo que da la medida del progreso es que aparentemente se ha convertido en un sirviente cultivando el jardín de su amo. Por lo demás, sé que hay muchas personas sencillas que consolarán y gratificarán a mi amigo escandalizándose cumplidamente ante varios pasajes de su libro. Sería casi cruel privarlo de ese consuelo, pero confieso que a mí me dejó frío y no pude sentir nada aproximado a una decente consternación en todo este asunto. Siempre me pareció que debemos abordar un problema teniendo en cuenta si estamos tratando con creyentes o incrédulos; y sólo un creyente puede ser blasfemo. Los católicos debemos ser conscientes de que en esta época estamos viviendo en tierras paganas, y de que los bárbaros que nos rodean no saben lo que hacen. Por supuesto, los que piensan que Jesús era un hombre ordinario, hablarán de Él de una manera ordinaria. De lo que me quejo es de que ni siquiera en ese caso puedan hablar de Él de forma sensata. Por ejemplo, el señor Shaw escribe un largo diálogo en el que su Jesús imaginario da a entender débilmente que todo se puede solucionar mediante el amor; a lo que parece cualquier tipo de amor. Ahora bien, no hay la más mínima evidencia de que el Página 406
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