Porque soy catolico

logre superar sus deseos personales, su vida estará llena de penalidades y sólo podrá causarle dolor. Hay tres formas principalmente que asume el deseo de vivir, y las tres son malas. La primera es el deseo de satisfacer los sentidos, la sensualidad. La segunda es el deseo de lograr la inmortalidad personal. La tercera es el deseo de prosperidad, la dedicación a lo mundano… Pero si el hombre consigue realmente superarlos de modo que dejen de gobernar su vida, si consigue que el pronombre personal de primera persona desaparezca de sus más íntimos pensamientos, entonces habrá alcanzado la más alta sabiduría, el Nirvana, el reposo del alma. Ya que Nirvana no quiere decir, como muchos piensan equivocadamente, la extinción sin más, sino la extinción de las fútiles aspiraciones personales, que forzosamente hacen que la vida sea mezquina o lamentable o espantosa». Me sé incapaz de demostrar un conocimiento de Buda y el budismo que no sea del tipo más general, y es muy posible que el señor Wells sepa más que yo acerca de estas cosas. Pero no es necesario comprender el budismo, basta con saber algo de lógica para vislumbrar una dificultad en su razonamiento. Es innegable que el Nirvana aparece hasta cierto punto representado como la aspiración última y eterna del espíritu. Que Nirvana sea un equivalente de la no existencia o que el budismo niegue la posibilidad de una forma de vida individual después de la muerte, lo cierto es que el budismo promete alcanzar el Nirvana después de morir. Negar tal cosa sería lo mismo que decretar carentes de sentido todas las frases en las que aparezca la palabra «Nirvana». Ahora bien, si el alma lograra de algún modo alcanzar ese tipo de paz después de morir, y si al mismo tiempo resultara que no puede haber inmortalidad de la persona después de la muerte, pues sencillamente el Nirvana sería literalmente eso, la extinción, y no hay nada más que añadir. Si tal cosa es el Nirvana, la no existencia es el Nirvana. Y si se considera que es bueno el Nirvana, la no existencia también lo será. Puede que el budista no consiga extinguirse en vida, pero al menos alcanzará la extinción al morir. Puede incluso, de hecho, ir preparando su futura extinción borrando su yo en vida. Pero es difícilmente concebible que este modelo corresponda con el ideal moral del señor Wells. No veo al señor Wells diciéndole a alguien que si logra desprenderse de su egoísmo se sentirá tan feliz como un cadáver o, literalmente, más muerto que vivo. No lo veo recomendando que haya que mostrarse benévolo como una no entidad o bondadoso como nadie. Perseguir un ideal de esta especie supone, al pie de la letra y tomando literalmente el sentido de otra expresión aún más vulgar, salir mal parado. A decir verdad, puedo imaginar que muchos teósofos occidentales estén dispuestos a negar que el budismo rechace cualquier forma de inmortalidad personal. Y sospecho que algunos budistas orientales sostendrían lo contrario, aduciendo que la inmortalidad personal ha de ser forzosamente maligna precisamente porque es personal. Pero incluso esta argumentación sería racional, y podría incluir la observación de que nuestra vida en este mundo es inevitablemente maligna asimismo porque es personal. Podrían entonces decir que el mal no reside en ser egoísta, sino Página 41

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