Porque soy catolico

Hay una sola explicación para este fenómeno (un fenómeno siempre activo, pero que parece serlo más para el habitante culto de los países de habla inglesa formado fuera de la Iglesia católica), una sola capaz de dar cuenta de la diversidad de conversiones y la variedad infinita de las personalidades que se sienten atraídas por su gran promesa, y esa única explicación es que la Iglesia católica es la realidad. A cierta distancia, muchos pueden confundir una montaña con una nube, pero la realidad de la montaña es reconocida por todos como una parte sólida y estable del mundo, dotada de un perfil definido y unas cualidades inalterables, y entre quienes así la reconocen hay hombres famosos por el interés de sus razonamientos, la agudeza de su visión y las dudas que albergaron previamente, de tal manera que ante tan masiva evidencia es forzoso concluir que aquel objeto contemplado, la montaña, forma parte de la realidad objetiva. Cincuenta hombres a bordo de una nave escrutan el horizonte en busca de tierra. Primero cinco, después diez, luego veinte la divisan y reconocen, y anuncian el descubrimiento a sus compañeros. Los otros, que no la ven o la confunden con un banco de bruma, pueden consultar una maqueta en la que aparecen reproducidos su perfil y accidentes, que ha sido realizada, además, por los más diversos testigos (hay quienes hubieran preferido que no hubiera tierra en ese punto, otros tienen miedo de acercarse a ella, y también los hay que se alegran de haberla encontrado, junto a otros que pertinazmente se dedicaron a burlarse de la posibilidad misma de que pudiera divisarse tal cosa como la tierra), una diversidad que es garantía de que los testimonios concuerdan y son convincentes. Y en la convergencia de tan diversos testimonios precisamente encontramos una de las innúmeras pruebas sobre las que reposan los fundamentos racionales de nuestra religión. Página 46

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