Porque soy catolico

convierte al barco en uno de sus maderos, así como romper Polonia en tres pedazos no hace que Polonia sea lo mismo que Posen. En un sentido mucho más profundo y filosófico puede decirse que la idea de que la Iglesia es una de sus propias sectas constituye la mayor de las falacias. En el fondo, subyace aquí algo de tipo psicológico, que es muy difícil describir, pero que quizás resulte ser la más espectacular de esas revoluciones calladas, de esos cambios radicales de manera de pensar en que consiste la conversión. Todos los hombres se imaginan inscritos en algún tipo de universo. En mi juventud, el hombre vivía en una especie de espacioso y aéreo Crystal Palac e [31] , rodeado de muestras y exposiciones. El Universo, hecho de cristal y hierro, era transparente e incoloro. En todo caso, era un universo que parecía negativo. Sobre nuestras cabezas se alzaba una remota bóveda que se confundía con el cielo, imparcial e impersonal. Toda nuestra atención estaba puesta en los objetos expuestos, cada uno cuidadosamente etiquetado, dispuestos en hileras. Es que estábamos en la era de la ciencia. En una de aquellas filas de objetos se exponían las religiones: iglesias o sectas o lo que se hubiese decidido llamarlas. Y cerca del final destacaba, por su aspecto especialmente siniestro y sórdido, uno de aquellos objetos: tenía un tejado rematado en punta y medio ruinoso y ventanas también acabadas en punta, la mayoría rotas por las pedradas lanzadas por los paseantes. Se nos informaba de que la muestra en cuestión correspondía a la Iglesia católica romana. Algunos sentían pena y hasta pensaban que era una lástima maltratarla de esa manera; la mayoría opinaba que era una cosa sucia y lamentable. Unos pocos se atrevían a decir que había detalles en aquella ruina de edificio que podían considerarse artísticamente bellos o arquitectónicamente notables. Pero la inmensa mayoría prefería visitar otras casetas, más serias y provechosas, como la tienda cuáquera Paz y Prosperidad o la del Ejército de Salvación, con su tío del bombo tocando a la puerta del local. Pues bien, una conversión consiste esencialmente, en tanto que actividad intelectual, en descubrir que esa representación de una multitud de creencias iguales en importancia conviviendo en un universo indiferente es sencillamente falsa. No se trata de comparar los méritos y defectos del centro de reunión de los cuáqueros y la catedral católica. En realidad, el centro cuáquero se encuentra dentro de la catedral, porque la catedral católica lo abarca todo, como la bóveda del Crystal Palace, y sólo cuando levantamos los ojos a la vasta y lejana cúpula que alberga todas las muestras expuestas descubrimos el perfil del tejado gótico y las ventanas ojivales. En otras palabras, el cuaquerismo es apenas una forma temporal de quietism o [32] , surgido técnicamente fuera de la Iglesia, a diferencia del quietismo de Fénelon, que nació técnicamente en su seno. Pero los dos tipos fueron igualmente temporales y pasajeros, y tarde o temprano, como le sucedió a Fénelon, ambos habrían reintegrado la Iglesia para poder seguir viviendo. El principio vital que anima a esas variaciones del protestantismo (a menos que se trate de un principio mortífero) reside en lo que en ellas subsiste de la cristiandad católica, a la que siempre han regresado para hacer acopio de vitalidad. Sé que esto que afirmo Página 75

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA0OTIx