Porque soy catolico

pensaba que quizás alguno fuera la única persona realmente capaz de vincularse a los grandes misterios y, por ende, capaz también de echarlos a perder. El hecho de que la señora Edd y [35] haya sanado espiritualmente o que el señor Home [36] lograra al fin levitar no le causa más impresión que el espectáculo de un salvaje desnudo con un sombrero de copa en la cabeza pudiera causarle a un caballero impecablemente vestido de Bond Street. El sombrero de copa puede que sea un buen sombrero, pero nunca será un buen traje. Y un truco de magnetismo puede que cause una determinada sensación, pero como filosofía es notablemente deficiente. Tampoco nuestro converso sentirá envidia del bolchevique capaz de hacer su revolución, como no la siente del castor que construye su dique, porque sabe que la civilización a la que pertenece es capaz de hacer cosas a una escala y de un modo bastante menos simple o monótono. Pero esto es algo que piensa de su civilización y religión, y no sólo de sí mismo. En su actitud no hay rastro de arrogancia, ya que es demasiado consciente de apenas haber arañado la superficie de la realidad espiritual que ahora se ofrece ante él. En otras palabras, el converso de ningún modo abandona la exploración, ni siquiera la aventura. No piensa que lo sabe todo ni ha dejado de sentir curiosidad por lo que no conoce. Pero la experiencia le ha enseñado que puede encontrar prácticamente todo si lo busca en esa realidad, y sabe que una inmensa cantidad de personas no consigue encontrar casi nada fuera de ella. Porque esa realidad no sólo es un jardín bellamente diseñado o una granja perfectamente funcional, en ella se puede pescar y cazar en abundancia, y además quienes participan, como suele decirse, siempre juegan limpio. En ello reside una de las más extrañas de las falacias comúnmente admitidas acerca de los cambios que experimenta un converso. Por alguna confusa razón, la gente mezcla las observaciones normales que el converso hace al tratar de explicar que ha hallado la paz moral, con la vaga idea de que ha encontrado la paz mental, en el sentido de que su mente está en reposo. Vendría a ser lo mismo si dijeran que un hombre que se ha recuperado completamente tras sufrir un ataque de apoplejía o el baile de San Vito manifiesta su buen estado de salud al permanecer sentado sin mover un dedo, como una estatua. Recobrar la salud significa recuperar la capacidad de avanzar correctamente, por contraste con la tendencia a desplazarse en dirección equivocada. Con el añadido de que ahora probablemente avanzará más deprisa. Convertirse en católico no significa dejar de pensar, sino aprender a hacerlo. Exactamente en el mismo sentido en que recuperarse de una apoplejía no es dejar de moverse sino aprender a hacerlo correctamente. El converso católico dispone por primera vez de un punto de partida para pensar recta y laboriosamente. Por vez primera puede emplear un método para comprobar la verdad de cualquier asunto. Y tal como va el mundo, sobre todo actualmente, son más bien los otros, los herejes y los infieles, quienes parecen dotados de todas las virtudes salvo de la capacidad para pensar ordenadamente. Es cierto que hubo un tiempo, aunque breve, en que una exigua minoría de herejes e infieles fue capaz de pensar vigorosamente, pero ese Página 79

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