Porque soy catolico

L V La excepción confirma la regla a Iglesia católica es lo único que salva al hombre de la degradante esclavitud de ser un niño. He comparado la Iglesia con las llamadas nuevas religiones. Pues bien, éste es el aspecto en el que difieren radicalmente. Las nuevas religiones se adaptan de muchas maneras a las nuevas condiciones de vida, el problema es que es lo único a lo que se adaptan. Cuando esas condiciones hayan cambiado, dentro de un siglo aproximadamente, los aspectos en los que exclusivamente se centran ahora carecerán de sentido. La fe católica, en cambio, es tan lozana como la más reciente de las nuevas religiones, pero además posee todas las riquezas —y sobre todo, los tesoros acumulados— de una vieja religión. Desde este punto de vista, su antigüedad resulta una gran ventaja, especialmente si lo que se busca es renovarse y mantenerse joven. Sólo por analogía con el cuerpo de los animales suponemos que lo viejo ha de ser rígido. Pero esto no es más que una metáfora de huesos y arterias. En un sentido intelectual, lo que es viejo es flexible. Sobre todo, es más diverso y ofrece más alternativas. En la historia de las religiones se produce un fenómeno parecido al de la rotación de las cosechas, en que los viejos sembradíos se dejan en barbecho por un tiempo antes de volver a trabajarlos. Pero cuando una nueva religión o alguna otra novedad ha segado la única cosecha que es capaz de sembrar, basta con un ventarrón para borrar los surcos y dejar el terreno baldío. La Iglesia católica, esa realidad tan antigua, ha acumulado un acervo de armas y tesoros donde podemos escoger libremente; todos los siglos están representados en ella, y una época puede servir para rescatar a otra. En ella es posible que el viejo mundo sirva para equilibrar el platillo del nuevo. En todo caso, las nuevas religiones están adaptadas al mundo nuevo. Éste es su peor defecto. Toda religión es fruto de causas contemporáneas fácilmente detectables. El socialismo es una reacción contra el capitalismo. El espiritualismo es una reacción contra el materialismo (también, en su versión más exacerbada, es apenas un rastro dejado por la tragedia de la Gran Guerra). Pero en otro sentido, más sutil, también puede decirse que la misma adaptabilidad de las nuevas confesiones es lo que las hace poco adaptables, y que el hecho mismo de ser tan aceptables es lo que las vuelve inaceptables. Así, todas se declaran progresistas, puesto que el característico alarde de su característica época era el progreso; todas se definen como demócratas, porque nuestro sistema político sigue patéticamente llamándose democrático. Todas se han mostrado felices de reconciliarse con la ciencia, en un acto que a menudo no ha sido más que una rendición anticipada. Se despojaron lo antes posible de cualquier vestimenta o símbolo que pudiera considerarse inelegante o fuera de moda. Se Página 82

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