Porque soy catolico

resultado es que, después de todo, están en situación de desventaja ante otros jóvenes que satisfacen su inteligencia con algún sistema que vuelve inteligible el universo. A ello se reduce todo este asunto. Si realmente se está produciendo un movimiento de secesión entre los jóvenes, es tan sólo una parte de su mismo proceso de conversión, que he evocado en el primer capítulo. La nueva generación puede ver los problemas reales, y quienes están preparados para enfrentarse a ellos se reúnen, mientras que los otros se dispersan. Pero el enfrentamiento entre un ejército sólido y otro disperso sólo puede conducir a un resultado. No al choque de dos filosofías, como sucedió entre católicos y calvinistas o entre católicos y materialistas, sino a un choque entre filósofos y veleidosos. Lo digo sin traza de desprecio. Siento más simpatía por quien abandona la Iglesia por una historia de amor que por quien la deja por una interminable teoría alemana empeñada en demostrar la maldad de Dios o que los niños son una especie de monos lúbricos. Pero las leyes de la vida son sencillamente contrarias a las revueltas basadas únicamente en las pasiones naturales, destinadas a mudar de intensidad y alcance con la experiencia. En el peor de los casos, se enfrentarán malos y buenos católicos. Siembre bajo el mismo gran arco del cielo. Página 93

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